El rebaño, las espigas y la uva
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Cuando, dentro ya de pocos días, los cardenales electores entrarán en la Capilla Sixtina para el conclave, sus decisiones sobre la persona del futuro pontífice se confiarán, como se dice, al “secreto de las urnas”. La Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice ha explicado cómo están hechas las urnas que se utilizarán para el próximo conclave.
Hasta Juan Pablo II, para recoger las papeletas de los conclaves del último siglo se utilizaban un cáliz y un píxide, que se conservan hoy en la Sacristía pontificia de la Capilla Sixtina.
Con la promulgación de la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis sobre la sede vacante y la elección del Romano Pontífice, en 1996, se presentó la necesidad de adecuar las urnas a las nuevas normas (cap. V).
Junto al cáliz y al píxide previstos anteriormente, se colocaba una nueva urna destinada a recoger el voto de aquellos cardenales que tuviesen derecho a voto pero que, por cualquier enfermedad, no pudieran trasladarse hasta la Capilla Sixtina. En este caso, tres cardenales elegidos por sorteo y llamados “Infirmarii” se encargaban de recoger el voto de los enfermos.
Por tanto, más que realizar una única urna, se decidió proyectar tres nuevas urnas para hacerlas más funcionales, pero también para uniformarlas a un único estilo artístico.
Las tres urnas son de plata y bronce dorado, y se caracterizan por un lenguaje iconográfico ligado a dos simbologías: la del pastor y el rebaño – el Papa es el buen Pastor que, en el nombre de Cristo, tiene la tarea de “confirmar a los hermanos”, y la otra con los símbolos eucarísticos de la uva y de las espigas de trigo.
La idea del Buen Pastor subrayada por tres pequeñas ovejas adorna la urna que deberá contener las papeletas de los cardenales electores. Las normas hablan de un plato que se coloca sobre esta urna, y prescriben que cada cardenal deberá “depositar su papeleta en el plato y con éste introducirla en el recipiente” que hay debajo. Este plato ostenta los símbolos de los pájaros, de la uva y de las espigas de trigo.
La segunda urna – utilizada sólo en el caso de la presencia en el conclave de cardenales impedidos por la enfermedad hasta el punto de no poder salir de su habitación – presenta una llave para mayor secreto del voto.
La tercera urna sirve para recoger las papeletas, antes de que éstas sean quemadas, para dar la señal de la no elección (humo negro) o de la elección del nuevo Pontífice (humo blando).
Sobre la parte superior de ésta encontramos la figura del Buen pastor, y a los pies de la pequeña escultura, dos llaves entrecruzadas: el tradicional símbolo del poder papal que tiene sus raíces en el Evangelio y en la afirmación de Jesús a Pedro de que le dará “las llaves del Reino de los cielos”.
La realización de las urnas se ha confiado al artista Cecco Buonanotte, el mismo autor de las puertas de entrada a los Museos vaticanos inauguradas con el Jubileo del 2000.