Entrevista a Micaela Menárguez, especialista en Reproducción Humana
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La infertilidad, el deseo no realizado de tener hijos, es un problema que provoca sufrimiento en muchas parejas. La fecundación in vitro y otras técnicas artificiales que sustituyen el acto natural de la procreación se presentan como una panacea para conseguir ese deseo. Estas técnicas, especialmente la FIV, forman parte de casi todas las carteras de servicios de los sistemas sanitarios occidentales. En otros países, como ha sucedido recientemente a Costa Rica (http://www.aciprensa.com/noticias/cidh-condena-a-costa-rica-por-prohibir-fiv-y-abre-puertas-al-aborto-en-america-latina-18495/#.UTpIfRlbzK0) existen fuertes presiones para su legalización.
La Iglesia siempre se ha opuesto a estas técnicas, por varias razones: por la gravedad moral que supone “fabricar” a un ser humano en un laboratorio, por el destino de los embriones sobrantes, que son destruidos o congelados, y porque no es lícito separar el acto sexual de la procreación, pervirtiendo su sentido. El diálogo parece estar en un callejón sin salida. Porque, ¿qué opciones tiene una mujer que no consigue quedarse embarazada y no sabe por qué?
Sin embargo, la realidad es que la FIV no es la única – ni siquiera la mejor – solución para conseguir un embarazo. Lo explica en esta breve entrevista la doctora Micaela Menárguez, especialista en Reproducción Humana, quien ha participado en diversos programas de investigación sobre fertilidad femenina (http://www.renafer.org/web/).
La realidad es que la mayor parte de las mujeres no necesitarían una FIV para tener un hijo, sino sencillamente, conocer adecuadamente su propia fisiología. Este tipo de investigaciones, conocidas como NaProTecnología, no tienen ningún tipo de impedimento ético, y según estudios científicos ya publicados, tienen una efectividad igual o incluso algo superior a la FIV.
El problema, subraya Menárguez, es que en esta era de la información, donde la sexualidad ha dejado de ser un tabú, “la mayor parte de las mujeres no conocen su propio cuerpo, no tienen una información básica sobre sí mismas”, y acuden a la FIV sin necesidad, como si no hubiera otra salida. Y la hay, y sin efectos secundarios.
