Testimonio de Philippe Oswald, responsable de la edición francesa de Aleteia, presente en la manifestación
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Fue un gran momento, lleno de fervor sencillo, pero más que nunca, de determinación. Habiendo participado el domingo 24 de marzo en la “Manif pour tous" en contra de la legalización del "matrimonio gay", puedo dar fe de cómo centenares de miles de manifestantes de todas las edades y condiciones venidos de los cuatro puntos cardinales de Francia (algunos al precio de pasar la noche entera en el coche), del excelente ambiente que prevaleció desde el principio hasta el final, en la Avenue de la Grande Armée. Lejos – física y psicológicamente – de algunos enfrentamientos con la policía que señalaron algunos medios de comunicación como "el evento del día", evento que la gran mayoría de los manifestantes supieron escuchando o viendo los noticieros.
1.400.000 manifestantes según los organizadores… 300 000 según la policía. La Prefectura intentó otra vez la intoxicación que ya llevó a cabo el 13 de enero, pero con menos éxito aún. Es verdad que esta vez, las autoridades habían corrido el riesgo de predecir como mucho la cifra ridícula de 100.000 manifestantes para desanimar a la participación, ¡lo que al contrario le dio más energías! Ante la marea de gente que parecía moverse el domingo, los “contadores oficiales” habían tratado de remediar urgentemente la catástrofe multiplicando la primera cifra por tres, aunque haciendo notar que aún era menor de la que se había anunciado después de la marcha de enero… Todo esto para dar lugar a un ridículo aún mayor, ya que las cifras de la manifestación nacional el 13 de enero fueron ampliamente derrotadas por las del 24 de marzo.
Digámoslo francamente: nadie se esperaba semejante afluencia, ni siquiera los organizadores que temían el cansancio de sus tropas, mientras que luchaban con las autoridades para acordar in extremis un itinerario aceptable. Resultado: después de que los manifestantes llenaran toda la avenida de la Grande Armée y la avenida Charles de Gaulle prolongándose hasta Neuilly, se hizo abrir las avenidas adyacentes Foch y Carnot a las 14,30 horas para contener a la marea que seguía llegando.
Cuatro horas de inmovilidad en medio del frío y el viento: una ruda prueba para las familias ya cansadas por un viaje nocturno. Estaban decididos a mantener el buen humor, aunque sabían muy bien que se les había impuesto la inmovilidad al negar a la Manif Pour tous los Campos Elíseos e incluso la Place de l'Etoile.
Ahora, ¿qué vendrá después? La semana actual estará marcada, el jueves, por el discurso televisado del Presidente de la República, hundido más que nunca en los sondeos. ¿Tendrá siquiera una palabra sobre la manifestación del domingo? Porque el 4 de abril comienza el examen de la ley en el Senado el cual podría, en un destello de lucidez, modificarla. Si no, quedará el recurso al Consejo constitucional. Pero suponiendo que ninguno de los bloqueos funcione, el logro esencial de la manifestación del domingo pasado no puede obviarse: el movimiento en efecto ha “cristalizado”, es decir, se ha producido una toma de conciencia cada vez mayor en todo el país. Más allá de las divergencias políticas o confesionales, millones de ciudadanos han tomado conciencia del derecho humano fundamental (la alteridad, la filiación) cuestionado por el “matrimonio gay”. Y los que han abierto los ojos o quienes al menos contribuyeron a ello, son conscientes de la amplia cantera de ecología humana que se abre ahora, más allá de los partidos políticos, e incluso de las pertenencias religiosas o confesionales.
El tiempo del relevo de partidos políticos caducos y de la bastante artificial oposición entre “la derecha” y “la izquierda” ha llegado: con el concurso de todos los hombres de buena voluntad y, diríamos en Aleteia – de “todos los que buscan la verdad”, se están renovando con una reflexión en profundidad y una acción de largo alcance a favor de los fundamentos humanos y de los principios que constituyen el núcleo de nuestra civilización: el respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte, la integridad inviolable del embrión humano, el reconocimiento de la alteridad sexual como fundante de nuestra humanidad, el derecho de todo niño a tener un padre y una madre, la atención a los más necesitados, el respeto y el servicio a toda persona humana sea cual sea su condición o edad. Esto es lo que propone especialmente uno de los artífices de la Manif Pour Tous, Tugdual Derville, delegado general de Alliance Vita, con su nueva iniciativa por la ecología humana cuyo nacimiento saludamos y cuyas labores esperamos seguir con la mayor atención.