Por primera vez, la Santa Sede participa con un pabellón propio en esta exposición de arte contemporáneo
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La edición 55ª de la Bienal de Venecia, que se celebrará del 1 de junio al 24 de noviembre, incluye un pabellón sobre la creación del mundo inspirado en el relato bíblico del Génesis. El espacio contiene tres recorridos: la Creación, la De-creación y la Re-Creación, encargados respectivamente a Studio Azzurro, Josef Koudelka y Lawrence Carroll.
Con esta apuesta basada en los primeros once capítulos del Génesis, la Santa Sede participa por primera vez con un pabellón propio en la exposición.
“El arte contemporáneo –afirmó el cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio para la Cultura en la rueda de prensa de presentación del evento, el 14 de mayo- está en el centro de los intereses de nuestro dicasterio porque constituye una de las expresiones más significativas de la cultura de estas décadas”, así que el proyecto representa, no sólo “una extraordinaria novedad” sino que además responde a uno de los objetivos del mismo dicasterio, es decir “instaurar e incentivar las ocasiones de diálogo en un contexto cada vez más amplio y diversificado”.
Criterios de “sobriedad y economía” han guiado, según una nota emitida por la Santa Sede, el diseño y la construcción del pabellón, cuyos costes han sido sufragados en su totalidad por los patrocinadores, sobre todo Eni e Intesa San Paolo. En el detalle la previsión de los costes prevé 300.000 € para la contribución a los artistas y para la realización de las obras, 50.000 para los viajes, la acogida, la comunicación, la gestión y la vigilancia.
La presencia por primera vez de la Santa Sede entre los Pabellones de la Bienal de Venecia –afirmó en rueda de prensa Paolo Baratta, presidente de la Bienal – es un evento de gran importancia y como tal ha saludado al mundo del arte y de la cultura”.
“La Bienal –añadió Baratta- es un lugar por su esencia de participación”, en el que cada uno –países participantes y entes sin ánimo de lucro intervienen varias veces– aporta una contribución”, y está promovido principalmente por el “deseo de ser reconocido como parte del gran diálogo que se desarrolla en el tiempo actual en torno a la creación artística, expresión vital imprescindible, hoy como ayer, de la cultura y de la civilización”.
Un encuentro, en especial, entre el arte y la fe que hay que reconstruir, según Ravasi, después “de una especie de divorcio no consensual también aunque no sea total y absoluto”. En la base de este diálogo interrumpido, una fractura provocada por comportamientos opuestos: “el arte se mostraba a menudo, provocador y a veces blasfemo en temas religiosos y la Iglesia se presentaba como retirada al interior de los módulos artísticos que recordaban el pasado con expresiones más bien artesanales.
Pero el arte y la fe, para el presidente del consejo pontificio “son y deben permanecer hermanos en el camino de la cultura”. Desde esta óptica, Ravasi ha definido también como probable “nuestra presencia en la Expo universal de Milán, conectada estrechamente con la diócesis de Milán y con el cardenal Angelo Scola”.
“No esperéis un árbol grandioso –bromeó Ravasi con los periodistas-, sino un brote: esto quiere ser sólo el punto de partida”.
“Queremos crear –insistió el presidente del dicasterio de la cultura- una atmósfera de encuentro entre arte y fe que, en perspectiva, pueda aproximarse a un buen uso litúrgico, en este momento no previsto sin embargo, de las obras que presentamos en el pabellón vaticano”. “Digamos –concluyó- que se trata de un rodaje, de un inicio de recorrido”.