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¿La Iglesia debe tener poder y bienes temporales?

POPE AUDIENCE JUNE 12, 2019
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Chiara Santomiero - publicado el 12/07/13
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Conoce los orígenes del poder temporal de la Iglesia para entender mejor el momento actual

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Las invitaciones repetidas del papa Francisco a todos los cristianos a adoptar un estilo evangélico de vida en el signo de la pobreza y de la sobriedad vuelven a proponer el tema del uso de los bienes materiales y del poder de la Iglesia también como institución. Pero ¿qué hubo en el origen del “poder temporal” de la Iglesia?

Sobre este tema poco conocido – establecido desde hace tiempo a partir de la falsa historia de la llamada “donación de Constantino”- habla el libro El poder necesario. Los obispos de Roma y el gobierno temporal desde Sabiniano a Zacarías (Antonianum, Roma) de monseñor Andrea Lonardo, director de la oficina catequética de la diócesis de Roma, al que Aleteia ha entrevistado.

El poder temporal de la Iglesia no nace de la donación de Constantino. ¿Entonces?

Se podría decir que hubo una necesidad histórica. En un momento muy difícil para Italia, la Iglesia asume una responsabilidad casi sin darse cuenta.

En torno al 700 el emperador de Constantinopla, a la cabeza de todo el imperio romano, estaba demasiado ocupado con la lucha contra los árabes que asediaban la capital para responder a las peticiones de Roma, a su vez amenazada por los longobardos.

Frente a esta imposibilidad, el Papa de la época se encontró, a su pesar, con la responsabilidad de proveer de comida para la población y la defensa de los muros.

Y fue él el que protestaba al rey longobardo por la ocupación de ciudades como Sutri, Narni, Sora, Cesena, Ravena. En ocasión de la toma de esta última, una ciudad muy bella, afirmó que “estas son nuestras ovejas, ovejas que están mal y el pastor se debe ocupar de ellas”.

El emperador no consiguió defender Ravena y en el 751 el Papa fue a pie hasta allí para protestar contra la ocupación longobarda.

En 754 el papa Esteban II incluso atravesó a pie los Alpes y llegó a Reims para pedir el apoyo de la corte franca después de que el rey longobardo se negara a restituir las tierras retiradas al imperio.

Lentamente la población se reunió en torno al Papa como al verdadero responsable civil.

Este proceso lleva a un ulterior efecto a propósito de lo que hoy llamamos “la laicidad del Estado”, ¿no es así?

Hasta Costantino el emperador es también pontifex maximus, es decir el emperador romano es el primero de los sacerdotes; si hay un culto era él quien lo presidía y todo el pueblo debe seguir el culto del emperador.

Trasladándose a Constantinopla, Constantino lleva consigo el título del emperador y de pontífice pero, poco a poco no llega a ejercer el de sacerdote máximo porque de hecho deja al Papa esa tarea.
 
El emperador tratará de imponerse en Roma desde el punto de vista teológico –por ejemplo durante la crisis iconoclasta que tuvo lugar en el periodo en el que surge el poder temporal- pero al final será Roma la que vence rechazando la destrucción de los iconos porque estaba en el plan de Dios.

Al final de este periodo los dos poderes del pontífice y del emperador resultan totalmente separados: en Constantinopla el poder temporal y en Roma el espiritual que, de algún modo, es también un pequeño poder temporal, porque el obispo de Roma es entonces el responsable de la administración de la urbe.

¿Sin este papel del Papa y de la Iglesia no existiría la historia europea como la conocemos?

El viaje de Esteban II a Reims es decisivo no sólo para Roma sino también para toda Europa y su desarrollo histórico y cultural. Para impedir a los longobardos anexionar Roma después de Rávena, el Papa pidió ayuda a los francos y la referencia política se traslada de los bizantinos al emperador de los francos: todo lo que era el imperio romanos se coloca bajo la autoridad de Carlomagno.

A esto se añade la obra de evangelización que el Papa lleva a cabo entre las poblaciones bárbaras del norte de Europa a través del envío de misioneros a los anglos y a los sajones.

¿Poseer bienes y ejercitar un poder es contrario al Evangelio?

No. Es evidente que el Papa de entonces poseía esos bienes desde la óptica de un servicio a la población: sin ese poder temporal, Roma habrá destruido su historia latina heredada de milenios.

Es interesante que el mismo san Francisco de Asís estuviese de acuerdo con el poder temporal de la Iglesia. Él funda la Tercera orden franciscana para aclarar que si bien los franciscanos no deben poseer bienes, esto no vale para los esposos cristianos que deben tenerlos por el bien de los hijos.

Durante el siglo pasado, Pío XI firmó el concordato con el Estado italiano que cierra la cuestión del 1870, y se refiere propiamente a san Francisco. En el discurso en el que anunció el nacimiento del nuevo Estado de la Santa Sede dijo:

Nosotros necesitamos de un cuerpo para ser libres como fue el alma del santo que necesitó de un pequeño cuerpo, así el Papa para ser libre y no estar sometido a un dominio necesita un Estado, el más pequeño posible, que lo permita”.

Todo esto pareció evidente cuando los nazis ocuparon Roma: en 1944 si el Estado Vaticano no hubiese tenido su autonomía los nazis habrían podido entrar en San Pedro o en San Juan, donde había 800 refugiados entre los que estaba Pietro Nenni y numerosos socialistas además de judíos.

En Roma, en efecto, no se combatió porque el Papa medió en la entrada de los aliados después de la salida de las tropas alemanas.

Es un episodio que demuestra que el hecho de que el Papa tenga su territorio y sus bienes colocados al servicio de la caridad es beneficioso para la obra que él debe llevar a cabo.

También en un encuentro con los seminaristas, el papa Francisco comentó que es necesario tener un coche, modesto, pero es justo que lo tenga, sirve para la evangelización.

¿Cuál es el límite entre dar al César y dar a Dios?

La posesión de los bienes no significa – como ha sucedido en algunos momentos de la historia- dedicarlos a un uso erróneo sino a la ayuda y al apoyo. También Jesús aceptó que algunas mujeres ofrecieran sus bienes para su misión.

En el año 200 las catacumbas de Calixto eran propiedad de la Iglesia de Roma porque quería sepultar a sus muertos, pobres y ricos juntos: una paradoja típicamente romana, ya que el cristianismo estaba perseguido de forma oficial y sin embargo, sobre esto, el emperador cerraba los ojos.

La Iglesia necesita estructuras para la acogida, para la catequesis, para el servicio del Evangelio. Una parroquia está abierta a todos, también a los ateos o a las personas de otras religiones.

Ratzinger, en Introducción al cristianismo, escribe que si Dios hubiese querido salvarnos solos no hubiera habido necesidad de ninguna estructura, pero que como somos seres comunitarios, Dios ha querido salvarnos juntos y esto nos obliga a tener signos y lugares donde encontrarnos.

La Eucaristía nos reúne y para celebrarla necesitamos un sitio. La Iglesia ha realizado lentamente la creación de catacumbas, de baptisterios, la construcción de iglesias, de hospitales, de escuelas, de universidades, estructuras para acoger a los refugiados, porque no existe sólo una caridad espiritual, no existe una fe que no se hace también un signo tangible.

Debe tratarse de signos sobrios, como nos indica el papa Francisco que elogió al padre Esteban, el párroco de Lampedusa, que a através de su comunidad hace el bien a quien llega a la isla en busca de una vida mejor. La estructura es necesaria si se quiere dar una ayuda que sirva a la realidad del hombre.

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