Una de las banderas de los grupos ecologistas: vale la pena pensar sobre ello
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Es bastante obvio que tal como se plantea la pregunta, la respuesta es negativa. Comprar un abrigo de pieles de animales en peligro de extinción no solo es una barbaridad ecológica, sino también colaborar con organizaciones ilegales muy poco recomendables, pues hay una prohibición general de cazar ese tipo de animales.
Ahora bien, no es menos cierto que sobre este tema hay unos cuantos tópicos engañosos. Es posible que haya pocos armiños o visones en sus respectivos ecosistemas, pero una piel de armiño o de visón que se pone en el mercado no procede de esos ecosistemas, sino de granjas –criaderos- de esos animales. Hace unos años, unos ecologistas liberaron unos cientos de visones de una de esas granjas, y resultó ser un desastre ecológico –los predadores locales estaban en desventaja-, de forma que hubo que organizar una costosa cacería. Lo cual pone de manifiesto que dentro de la etiqueta ecológica hay una multiplicidad de posturas, y no todas ellas son sensatas.
Tiene poco sentido negar que el hombre utilice animales para cubrir sus distintas necesidades en nombre de la ecología. En la naturaleza misma unas especies matan a otras. Se acabaría así por sostener el absurdo de que el hombre sobra en este planeta. La teología de la creación, además –y en conformidad con el sentido común-, enseña que la creación debe ser cuidada, pero a la vez está al servicio del hombre.
Y así, hoy conocemos que desde que el hombre es hombre se cubre con pieles de animales. Hoy en día la situación es más compleja, pero se siguen utilizando. Cada vez que adquirimos un utensilio de cuero, por ejemplo, estamos adquiriendo un trozo de piel de vaca. ¿Cuál es la diferencia con un abrigo de pieles? Si, efectivamente, esas pieles proceden de criaderos, la diferencia básica es que se trata en este caso de un artículo de lujo. Se pueden decir muchas cosas sobe el lujo, y sobre el lujo desmedido, pero en sí mismas esas objeciones poco tienen que ver con la ecología.