La clave está en el modo en que usamos las redes sociales
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Según la propaganda –y miles de usuarios que conocemos, a lo mejor nosotros mismos—entrar a Facebook es como entrar al mundo de la alegría, el desparpajo, las ganas de contactar, vivir, comunicar y tener amigos.
Pero un nuevo estudio, publicado en la revista estadounidense New Yorker por Maria Konnikova, autora del best-seller “Mastermind: How to Think Like Sherlock Holmes”, muestra la otra cara de la moneda. O una nueva cara de la moneda.
Más Facebook, más tristeza
Maria Konnikova se refiere a un trabajo reciente, que está causando revuelo en Estados Unidos, liderado por el psicólogo Ethan Kross de la Universidad de Michigan. El estudio, y sobre todos sus conclusiones, sugiere que el uso de Facebbok nos vuelve tristes y solitarios.
Por más de tres semanas, Ethan Kross y sus colegas enviaron cinco mensajes de texto diarios a 82 residentes de Ann Arbor. Los investigadores querían saber algunas cosas: cómo se sentían subjetivamente los receptores de los mensajes; que tan amedrentados y solitarios estaban, cuánto habían utilizado Facebook y qué tan seguido habían tenido interacción directa con otras personas desde el último mensaje recibido de ellos…
Lo que encontró Kross es que mientras más usaban Facebook durante el tiempo que transcurría entre dos textos enviados por él o por su equipo, menos alegres se sentían, y la mayor parte de sus satisfacciones vitales declinaban de lo que eran al principio del estudio a lo que llegaban a ser al final del mismo. Los datos mostraron, según Kross, que Facebook los estaba haciendo infelices.
Los estudios sobre la alineación producida por Internet entre los usuarios dan la razón al argumento de Kross. En 1998, Robert Kraut, un investigador de la Carnegie Mellon University, encontró que mientras más gente usaba Internet, se encontraba más sola y deprimida.
Tras de que se haya estado en línea por primera vez, el sentido de alegría y de contacto social se venía abajo uno o dos años más tarde, dependiendo de qué tan frecuente era el entrar a la web.
Por otra parte, la persona solitaria no es forzosamente la que más esté en línea. Una revisión reciente de al menos setenta y cinco estudios concluyó que “los usuarios de Fcebook no difieren en muchos puntos de personalidad de los no usuarios”.
Un experimento acaba de concluir –sin embargo—que Facebook podría causar problemas en las relaciones interpersonales por hacer crecer en los usuarios sentimientos de celos.
Lo mismo y lo otro
Pero, como en muchos descubrimientos sobre Facebook –que ya es el segundo país con más pobladores del mundo después de China—el argumento opuesto es igualmente prominente: en 2009, el investigador Sebastián Valenzuela y sus colegas llegaron al argumento opuesto al de Kross: que usar Facebook nos hace felices.
Encontraron –incluso—que elevaba el trato social y el compromiso con los otros y que era puente para incrementar la participación política de los usuarios.
Valenzuela es de la opinión que las redes sociales son un medio privilegiado para compartir experiencias con otros.
Todo depende de las dos experiencias de Facebook: la activa y la pasiva. Los usuarios gastan mucho más tiempo navegando entre alimentadores de noticias que produciendo contenido.
Eso podría resultar que los estudios generales sobre el uso de Facebook –el estudio de Kross incluido—tan frecuentemente muestren profundos efectos negativos en el estado emocional de los usuarios. La demanda de nuestra atención nos lleva a usar Facebook de manera mucho más pasiva que activa.
Y las experiencias pasivas, no importando cuál sea el medio, nos llevan a sentimientos de desconexión y aburrimiento, concluye el texto de Kornnikova.