Después de Roma, también en L’Aquila aparecen casos de prostitución de menores. Para Save the Children este fenómeno “interno” está aumentando
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Historias desagradables. No era solo las chicas que recibían “clientes” (si se puede hablar de un intercambio comercial de dar y recibir cuando una de las personas implicadas es menor) después de la escuela en un apartamento del exclusivo barrio Parioli de Roma: ahora se añaden las quinceañeras que en la provincia italiana de L’Aquila se venden por una recarga telefónica. La denuncia llega de un médico y se ha hecho eco el obispo auxiliar, monseñor Giovanni D’Ercole. Desagradables historias y palabras que se unen: “baby prostitute” (bebé prostituta). Quizás la palabra “tendencia” que se usa para describir el fenómeno es solo una exageración de los medios de comunicación o quizás no.
No es solo en la casa del barrio Parioli: las estudiantes se prostituían en muchas otras partes. Los hombres que procuran a sus clientes estudiantes de instituto ponían a su disposición apartamentos en otros barrios de la ciudad, uno en el barrio de Pigneto. Descubrir todas las habitaciones donde entraban las menores es una nueva pista que los carabinieros están siguiendo para poder tener un cuadro, lo más detallado posible, de la ruta que siguen las baby prostitute (Il Messaggero.it 6 de noviembre).
Aumenta también el número de los clientes de las baby prostitute que se han investigado. En el punto de mira de la policía, además de los cinco empresarios, notarios, comerciantes ya inscritos en la lista, hay otros siete nombres de hombres adinerados de Roma que habrían tenido relaciones sexuales con las menores. El cargo mas importante al que se enfrentan no es solo el de explotación sexual a menores, también el de violencia sexual a menores de 16 años (La Repubblica.it 5 de noviembre). El verdadero reto de la investigación será conseguir demostrar si los clientes que estaban dispuesto a pagar hasta 2000 € para pasar un día entero con las chicas en el piso de los Parioli o a llevárselas de “vacaciones” a Cannes fuesen conscientes de que eran menores de edad.
Uno de los medios para contactar a las chicas eran las redes sociales y Facebook en especial. Otros se dirigen directamente a los explotadores: “para pedir citas, ‘regateos’ sobre el precio, descuentos. En los móviles y en los ordenadores de las personas hasta ahora identificados, se escondía un mundo de perversiones y abusos” (Today.it 5 de noviembre).
Y las chicas, ¿qué papel han tenido en esta historia? “Las dos chicas calladas: lo hacían por dinero, casi siempre el 40% de lo que cobraban los tres explotadores. Obligadas a tener relaciones sexuales con personas más mayores y sin escrúpulos” (Today.it 5 noviembre). Las menores se habían metido en un círculo demasiado grande para ellas, “queríamos salir de esto”, dijeron a los investigadores, “al principio era un juego, después quisimos salir, pero ya era demasiado difícil”. “Las chicas tiene hoy 16 y 15 años, la más mayor se encuentra en una casa de acogida, la otra está con sus abuelos” (Il Messaggero.it 6 de noviembre).
Encontrarse con esta realidad estremece, pero sólo porque normalmente se ignora o no se piensa en ello. Según una investigación cualitativa de Save the Children, en 2010 el fenómeno de la explotación sexual de menores en Italia ha permanecido como el año anterior, pero en lo tocante a los circuitos indoor, en cambio, se ha registrado un aumento. “Según las estimaciones, en Italia la baby squillo tiene casi siempre un ‘rostro’ extranjero: muchas menores rumanas o nigerianas, de edad entre los 16 y 18 años, menos frecuente entre 14 y 16. Pero en ambientes cerrados (indoor) es desconocida e inconmensurable. Cuanto menos edad tienen, es más difícil que se prostituyan en la calle. (Il Messaggero.it 6 noviembre).
"Un fenómeno dramático ligado a la crisis", ha dicho monseñor Giovanni D’Ercole sobre el caso de L'Aquila. Quizás, pero ciertamente esto no absuelve a quienes la crisis no ha quitado recursos para comprar a estas jóvenes de la peor manera. "El malestar debe ser – dijo el prelado – una de las mayores preocupaciones para nosotros los adultos” y lanza un llamamiento para que “se anime a los chicos a hablar con adultos, maestros, sacerdotes, educadores, para que estos fenómenos puedan prevenirse” (La Repubblica.it 5 noviembre).
