Ella había enviado su carta al Vaticano y una púa de guitarra que representaba a su hijo perdido; y el Papa le telefoneó la semana del cumpleaños del joven
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"Aló, me gustaría hablar con Mirta, por favor. Quien habla es Francisco."
El día 14 de noviembre, el Papa Francisco quiso responder, con una llamada de teléfono, a las muchas cartas que le fueron enviadas. Esta vez la destinataria de la llamada fue Mirta Miralles, madre de Cristian Viegas Méndez, una de las 194 víctimas del incendio en la Discoteca Cromañón, en Buenos Aires, que sucedió en 2004.
En junio, Mirta había enviado su primera carta al Vaticano y una púa, que representaba a su hijo perdido. El 29 de junio recibió una llamada telefónica de Roma. En esta ocasión fue el secretario particular del Papa, Padre Fabián Pedaccio, quien le llamó.
“Con él lloré, con el Papa no”, contó Marta. El sacerdote le explicó que el Papa había leído la carta y que la agradecía mucho. “Después de lo que sucedió en Cromañón – contó Mirta – yo tenía necesidad de estas palabras, pues me rebelé mucho con Dios. Por eso, la forma de actuar del Papa y sus actitudes me hicieron encontrar una palabra de aliento”.
En noviembre, dos días antes de la fecha del cumpleaños de su hijo, fue el Papa quien la llamó personalmente. “¡No puedo creer que estoy hablando con usted!”, respondió Mirta, que comenzó a caminar nerviosamente por la casa. “No sabía si llamarle como Papa o Francisco. Fue todo una locura, no conseguía estar quieta en ningún sitio y repetía: ‘No lo puedo creer”.
Ella contó que el diálogo con Francisco “fue muy familiar, de igual a igual, muy sencillo”. De este diálogo, recuerda una frase inolvidable para ella y su familia: “Me gustó la púa, muy linda”, le dijo el Papa. Mirta le contó que esta púa – que representa el amor de su hijo por la música y el rock – sólo la tiene el Papa, su marido Jorge y ella.
“Rece por mí. Y que Dios te bendiga”. Con estas palabras el Papa Francisco se despidió de Mirta.
(Texto original publicado por la edición portuguesa de Radio Vaticano)
