Cientos de miles de personas están sufriendo miseria y privaciones, “al igual que la familia de Jesús con sus padres, luchando por sobrevivir”
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Manila – Cientos de miles de personas están sufriendo miseria y privaciones, “al igual que la familia de Jesús con sus padres, luchando por sobrevivir entre los escombros causados por el tifón más grande que jamás haya golpeado Filipinas. Será una Navidad difícil, marcada por el hambre y el sufrimiento para los refugiados acampados en tiendas de campaña improvisadas de plástico”: con estas palabras el p. Shay Cullen, SSC, misionero de San Columbano en Filipinas desde 1969, conocido por su compromiso social y pastoral, describe en un mensaje enviado a la Agencia Fides, la Navidad de las víctimas del reciente tifón Hayian que azotó la provincia filipina de Leyte, dejando más de 5.000 muertos y miles de desplazados. “Además de viento, la lluvia y la devastación, ahora llega otra tormenta: la de la explotación y la trata de niños, que están en la mira de los traficantes sin escrúpulos”, advierte el misionero.
En los centros de evacuación en Leyte trabaja un equipo de rescate de la Fundación “Preda”, creada por el misionero, para ayudar a los niños: “Ya se pueden ver carteles con fotos de niños entre 3 y 15 años desaparecidos misteriosamente, probablemente secuestrados y vendidos. Cinco niños fueron rescatados por los trabajadores sociales: habían sido atraídos por los traficantes. Se trataba de algunos extranjeros que decían que loe querían llevar a Manila: era probablemente para fines de explotación sexual”, dice el padre Cullen.
“Más de un millón de niños, víctimas de la prostitución, la explotación sexual y la pedofilia, pasarán un infierno de Navidad en las Filipinas”, continua el misionero. En Navidad, es necesario proclamar con valentía, “los derechos humanos de los pobres y oprimidos, los hambrientos; los derechos de los niños establecidos cuando los niños son lo más importante en el reino de Dios”, reitera p. Cullen. “La Navidad – concluye – es símbolo de la vida y la amistad. Es un momento para fortalecer nuestros valores espirituales, reflexionando sobre el misterio de la vida, la renovación de nuestra fe y de encontrar nuestra fuerza para actuar y salvar a los explotados, los maltratados y hambrientos”.