Habla José Luis Restán, director de la programación religiosa de COPE
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“El lugar cotidiano que me permite estar frente a la verdad sin esconderme se llama Iglesia”, afirma José Luis Restán, uniendo su amor a la Verdad y su amor a la Iglesia. El adjunto a la presidencia de la Cadena COPE (Radio de los Obispos en España) muestra a Aleteia sus convicciones más profundas, explica cómo debe ser un periodista cristiano, la situación actual de la información religiosa y la necesidad del testimonio en la profesión.
¿Cómo debe ser un periodista cristiano?
Un periodista cristiano habría de tener el corazón despierto, lleno de preguntas y deseos. Debe destacar por su amor la realidad, por no frenarse nunca en la búsqueda de su significado. Debe conmoverse por la vida que tiene delante, por su necesidad y por su destino. Naturalmente, para que todo eso sea así, hace falta vivir una relación familiar con Cristo presente en su Iglesia.
Al ser un profesión de búsqueda de la verdad y ahondar en lo más profundo del hombre, el periodista tiene sus convicciones “a flor de piel”. ¿Las creencias ayudan o perjudican a un periodista?
Para empezar todo el mundo tiene "creencias", el agnóstico también las tiene. Nadie entra en la realidad de manera neutra, eso sería inhumano. El cristiano entra en relación con todo con la mirada grande que le permite su fe, con una razón abierta, con la certeza de que la vida no es un juego absurdo sino un camino. Saber que en el origen de todo está el Amor y que el Destino de la historia es el cumplimiento del designio bueno de ese Amor, ayuda y mucho. También al periodista, entre otras cosas para no volverse cínico ni reducir la realidad a esquemas y prejuicios.
¿Qué debe estar primero la Verdad o la pertenencia a la Iglesia?
No hay contradicción entre verdad y pertenencia a la Iglesia. Pertenecer a la Iglesia es estar en un camino continuo y dramático de relación con la Verdad que se ha hecho carne. La verdad no es un principio abstracto, no es una fórmula, la verdad es el significado de todo, y ese significado sólo lo desvela plenamente Jesucristo. Cada cristiano empieza todos los días, dentro de la Iglesia, pidiendo perdón por sus pecados. Por tanto lo primero es la Verdad, pero el lugar cotidiano que me permite estar frente a ella sin esconderme se llama Iglesia.
Pueden producirse momentos de contradicción. ¿Hacía donde debe “tirar” entonces un periodista?
La contradicción es parte de la vida humana. No tenemos un mapa de instrucciones sino una razón abierta y sostenida por la fe, y una libertad que nos mueve a adherirnos a la verdad y al bien. Este es el juego. Pero ojo, esa razón y esa libertad se educan en la Iglesia. No conozco otro lugar
¿Cómo es la información periodística sobre temas religiosos? ¿Hay luz y taquígrafos dentro de la Iglesia?
Arrastramos, especialmente en España, un largo desconocimiento, prejuicio y desafecto mutuos. La mayoría de los medios han asumido el estúpido prejuicio de que la Iglesia es un factor antimoderno, que ha frenado el progreso de España; unamos a eso un desprecio creciente del valor público que tiene la experiencia de la fe. Pero también la Iglesia tiene que cambiar su mirada sobre los medios, no estar siempre a la defensiva, atreverse a comparecer, aceptar las leyes de la comunicación a la hora de presentar sus menajes; aceptar, en suma, el desafío de narrar la propia experiencia en un entorno que no siempre será simpático, pero que también puede ser sorprendido por la novedad del cristianismo. Los Medios tienen que reconocer y respetar el valor histórico y de presente que la Iglesia significa, y ésta tiene que aceptar que hay que jugar una parte de la partida en el campo de la comunicación social, con todos los riesgos y posibilidades que conlleva.
El periodista es una “piedra angular” de esta sociedad. ¿Al periodista le basta con ejercer la profesión con responsabilidad y justicia o también debe tener una coherencia en su vida personal?
La coherencia en la vida personal es saludable para todos, seamos periodistas o bomberos. La persona es una unidad, y si una parte sufre las demás se resienten. Ahora bien, la coherencia es una tensión, es un intento de ser fiel, de vivir justamente. No viene de aplicar una fórmula o de sacar músculo. Yo deseo se coherente, lucho y sufro por serlo… pero tantas veces no lo soy. En la Iglesia sabemos que el hombre necesita siempre el perdón para ser regenerado y volver a ponerse en pie. Y si somos periodistas, diría que esto tiene una coloración aún más intensa, porque la materia con la que trabajamos es la vida de la gente.
¿Qué podemos aportar los católicos al mundo del periodismo?
Un infatigable amor a la realidad (que no es un juego ni un carpe diem), el antídoto frente al cinismo impetrante. También la conciencia del límite de las obras humanas, la memoria del bien en la historia humana, y la certeza de que la última palabra es la misericordia de Dios.