El cardenal Maradiaga revela algunos detalles del trabajo del “C-8”
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¿Un matrimonio al frente del Consejo Pontificio para la Familia? Sería un signo magnífico, dice el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, uno de los miembros del consejo de cardenales (¡no el G-8, sino el C-8, por la C de cardenales!, corrige divertido el purpurado), en una entrevista concedida al diario francés La Croix.
También habla de la transformación del Consejo Pontificio para los Laicos en toda una Congregación con poder legislativo (que un Consejo Pontificio no tiene): “hay una Congregación para los obispos, para la vida religiosa, para el clero, y sólo un Consejo Pontificio para los laicos, que constituyen sin embargo la mayoría de la Iglesia. No se puede seguir así.
“Puedo decirle que el Espíritu Santo empuja en esta dirección”, afirma el cardenal hondureño. “Cada día, cada vez más, los laicos asumen sus corresponsabilidades como dirigentes en la Iglesia. Está escrito en la historia en muchos lugares: en Corea, por ejemplo, son los laicos los que comenzaron la evangelización”.
El cardenal explica en la entrevista las pautas que el Consejo se está dando en cuanto a la reforma de la Curia Romana: “El Papa quiso que comenzáramos por el Sínodo de los obispos. Quería que fuera algo distinto de un órgano que se reúne sobre un tema concreto y que al final publica un texto, para convertirlo en cambio en una institución consultiva permanente”.
El siguiente paso fue la revisión de la figura del Secretario de Estado, que “no es un primer ministro ni un virrey”, subrayó. Desde diciembre hasta ahora, en cambio, la reflexión se centra en las Congregaciones y los Consejos Pontificios.
¿Y qué sucede con las instituciones financieras y, concretamente, con el IOR, el mal llamado “banco vaticano”? Justo en estos días, el Consejo ha previsto escuchar a las dos comisiones de estudio: “habrá cambios”, revela el cardenal Maradiaga, pero no es previsible que desaparezca esta institución para crear otra nueva: “es mejor curar a un enfermo que resucitar a un muerto”. En cambio, la solución, apunta, podría estar en una especie de “secretariado de las finanzas” que agrupe a todas las instituciones actuales.