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La globalización del crimen organizado es un desafío también para la Iglesia

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Chiara Santomiero - publicado el 18/03/14
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La denuncia profética del Papa Francisco debe ser una pauta para todos los católicos

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Armas, droga, trata de personas, lavado de dinero sucio: antes que cualquier otro sujeto político, el crimen organizado ha superado las limitadas fronteras locales y nacionales para realizar ganancias ilícitas por donde quiera que las condiciones lo permitan y buscando las condiciones para que puedan realizarse. Estamos hoy frente a un fenómeno transnacional que “contamina la sociedad, la economía y el ambiente; pero erosiona la independencia de numerosos países y su posibilidad de recorrer un camino de desarrollo”.

Un fenómeno que constituye una permanente amenaza para la paz y para contrastarlo “en la formulación de los objetivos globales de la ONU para el desarrollo sostenible de utilidad del 2016, después de la caducidad de aquellos del Milenio, será necesario introducir la reducción del crimen organizado”, observa el padre Luciano Larivera en el artículo “La globalización del crimen organizado” publicado en el Cuaderno n. 3925 del 4 de enero de La Civiltà Cattolica. Al tema le será dedicada la conferencia “La criminalidad transnacional, un desafío para la Iglesia” que se llevará a cabo el 25 de enero en la sede de la prestigiosa revista de los jesuitas, como explica el mismo padre Larivera.

– ¿Por qué la criminalidad transnacional representa un desafío para la Iglesia?

Larivera: Es un desafío a varios niveles. Mientras la Iglesia tiene la responsabilidad de conocer aquello que constituye la vida normal de la gente para no arriesgar de hablar de manera abstracta. Sin conocer la realidad efectiva de la droga o la extorsión o la usura, además, ¿como podría estar inteligentemente cercana a las víctimas de estos fenómenos o incluso a sus autores como por ejemplo los capellanes de las cárceles?

Finalmente, existe el papel profético de la Iglesia que consiste en actuar en la educación y prevención. El crimen organizado trabaja en base al mecanismo de oferta y demanda: ¿cómo hacer para que las personas no caigan en la tóxico dependencia? La Iglesia está comprometida desde siempre por las actividades del crimen organizado; en el fondo también el innombrable de Manzoni era un criminal jefe de una banda.

– También el Papa Francisco ha enfrentado este tema en sus intervenciones…

Larivera: De hecho, esto representa un estímulo ulterior para reflexionar sobre el argumento. El Papa ha hablado acerca de la exhortación pastoral Evangelii Gaudium en mérito a la economía de exclusión y las dimensiones estructurales de la marginación que luego genera violencia y también en el mensaje para la Jornada de la Paz en el que ha enfrentado el tema del tráfico de los seres humanos.

– Y existen también muchos pronunciamientos por parte de los obispos o de las conferencias episcopales: ¿verdad?

Larivera: La mayor parte son del Magisterio de la Iglesia y corresponden a las muchas iniciativas manifestadas por las iglesias locales frente a los problemas devastadores para las comunidades. En El Salvador, uno de los países de Centro América, en los cuales existe la mayor tasa de homicidios del mundo, la Iglesia ha ayudado al gobierno en la mediación con las personas influyentes, que están en la cárcel, de las Maras las bandas organizadas que gestionan el tráfico de droga y prostitución, para intentar reducir al menos el número de los homicidios. La Iglesia argentina ha escrito un documento contra el crimen organizado y el narcotráfico. También la Iglesia italiana se ha expresado sobre el problema del crimen organizado en los documentos sobre la Iglesia en el Mezzogiorno.

La pastoral contra el crimen organizado y la corrupción que se le asocia, es una misión ordinaria de casi cada iglesia local, con riesgos no indiferentes para quien testimonia este evangelio de la caridad. Pero es precisamente para no convertir a estas personas en héroes aislados que es necesario que toda la Iglesia esté comprometida, a partir del análisis de lo que sucede en el territorio y luego por la conciencia del carácter complejo y supranacional de las actividades criminales. Hay, además, que profundizar la implicación antropológica de la exaltación de la violencia que es profundamente antievangélica.

– La Santa Sede ha dado inicio, desde hace algún tiempo, a una operación de adecuación de las normas del IOR, El Instituto de Crédito Vaticano, en función de transparencia de las actividades financieras y de anti lavado de dinero: la Iglesia debe estar atenta también a no estar involucrada en actividades que puedan favorecer el crimen organizado?

Larivera: Desde hace tiempo, la Iglesia ha buscado alejar de sí misma el peligro de involucramiento en situaciones que, de hecho, favorezcan el crimen organizado. Es un riesgo que se vincula no sólo a las operaciones financieras del IOR, sino también a la misma beneficencia o a los donativos que reciben diócesis y parroquias. Basta pensar en lo que los obispos calabreses se han ingeniado para hacer que las fiestas patronales no sean utilizadas como un medio de afirmación del poder de las personas poderosas locales. La normativa de anti lavado de dinero introducida por la Santa Sede para adecuarse a los estándares internacionales en materia está en la misma dirección. No se pueden dirigir acusaciones a otros, si no se es primero trasparente. 

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