El escritor inglés que con estilo más personal y originalidad defendió el cristianismo y la Iglesia en el siglo XX
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Para Gilbert K. Chesterton, el cristianismo es alegría, felicidad. En el cristianismo se encuentran “las danzas de los niños y el vino de los hombres”.
Lo contrario del cristianismo no es el ateísmo, ni el paganismo. Lo contrario del cristianismo es la tristeza.
Sostiene que el ateísmo y el paganismo en las Sagradas Escrituras son siempre una buena noticia, porque esos períodos han acabado sistemáticamente en el cristianismo histórico. Para Chesterton, todo procede del cristianismo.
Todo en el mundo moderno es de origen cristiano, incluyendo lo que parece más anticristiano: “La Revolución francesa es de origen cristiano. El periódico es de origen cristiano. Los anarquistas son de origen cristiano. El ataque al cristianismo es de origen cristiano.” Las leyes físicas y la Creación también son de origen cristiano.
Lo único que no es cristiano en el mundo moderno es el propio cristianismo, porque su fundador procede desde la eternidad del Padre y nació en el tiempo de una mujer.
Por ello, lo grave no es hallar un ateo o un pagano, que acabará siendo cristiano. Para Chesterton, lo realmente grave sería encontrar un cristiano triste.
Gilbert K. Chesterton es el escritor inglés que con estilo más personal y originalidad defendió el cristianismo y la Iglesia en el siglo XX.
Las primeras simpatías hacia la Iglesia de Roma
G. K. Chesterton tuvo un proceso de conversión relativamente largo. En su juventud, había adoptado el socialismo marxista, incipiente en el continente, pero muy de moda a finales del siglo XIX entre los jóvenes de Inglaterra, país en que Karl Marx había publicado El capital. También, fundó y dirigió publicaciones anarquistas. Incluso, había buscado respuestas en experiencias espiritistas.
Desde sus obras Herejes (1905) y Ortodoxia (1908), aunque aún no se había bautizado, Chesterton ya se sentía católico “de corazón”.
Su biógrafo J. Pierce recoge testimonios de conversiones de jóvenes universitarios que, con ocasión de la lectura de los libros Herejes y Ortodoxia, se habían convertido… ¡aún antes de que se convirtiera su propio autor!
Atracción por las virtudes alegres, “sin límite”, de la gracia
Las virtudes de la gracia es la parte de la relación del hombre con Dios que no quedó dañada por el pecado original, porque están más allá del límite de la Creación, en la trascendencia. Por eso, podemos encontrarlas en el Antiguo Testamento.
En síntesis, la Iglesia explica que hay tres virtudes de la gracia (o teologales): fe, esperanza y caridad. Los anglicanos entienden que el hombre sólo se salva por la fe. Por ello, sólo reconocen la virtud de la fe.
Sí reconocen los anglicanos, en cambio, y también lo hacen los filósofos paganos, unas virtudes “humanas”. De hecho, las deberíamos practicar todo el mundo, pero Gilbert no las ve nada atractivas. Para él, esas virtudes tienen un problema grave.
¿Cuál es ese grave inconveniente? Las virtudes humanas son aburridas. Se trata de poner una medida humana a las actividades que realizamos:
Poner un límite humano al comer –dice- se llama “templanza”. La “justicia” es dar a cada uno lo que humanamente le corresponde …
Para Chesterton las virtudes alegres son las “cristianas”. Le llamaba la atención que la Iglesia de Roma explicara un Dios alegre, exuberante, sin límite:
Amar es perdonar sin límite, o no es amar – escribía en Herejes-.
Fe es creer lo increíble, o no es virtud.
Esperanza es esperar contra toda esperanza.
Era ese “sin límite”, esa exuberancia y alegría de la virtud cristiana, que sólo enseñaba la Iglesia de Roma, lo que atraía a nuestro autor. Gilbert K. Chesterton había iniciado su camino de conversión.