Muchas personas se sienten duramente lastimadas, y les queda un sentimiento de miedo y derrota que llevan a nuevas relaciones
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Aunque en el noviazgo no existe el compromiso definitivo como en el matrimonio, y no sea un sacramento, la traición en esta relación no deja de ser una falta grave, especialmente si conllevó una relación sexual con otra persona. En este caso, además de la traición, implica el grave pecado de fornicación, sexo antes o fuera del matrimonio vivido por dos personas que no están casadas. No cuesta recordar lo que dijo San Pablo sobre la gravedad de ese pecado: “No forniquemos, como algunos de ellos, y por eso, en castigo, murieron (…) (1Cor 10,8).
Pero aunque no hubiera habido fornicación y la traición hubiera sido de otra forma, por ejemplo, salir con otra persona sin terminar la relación precedente, la falta es grave, porque traicionar a alguien es herir profundamente a la persona que le confió su intimidad y, de cierta forma, la vida. Toda traición, por menor que sea, deja marcas y traumas en el corazón de la persona engañada.
Muchos jóvenes tienen miedo de entablar una nueva relación de pareja porque experimentan el dolor de una traición y temen ser nuevamente traicionados y engañados y sufren mucho por eso. “¿Será que no me decepcionarán nuevamente?”
Es necesario decir a estas personas que fueron duramente lastimadas, que luchen contra ese sentimiento de miedo y derrota y que enfrenten una nueva relación con valentía y sensatez. No es porque usted fue traicionado una vez que por fuerza lo será nuevamente; no, las personas son diferentes. Aproveche la experiencia que usted adquirió con esa traición, sabemos que del peor mal Dios sabe sacar algún bien para los que lo aman.
El noviazgo es un tiempo de conocimiento y de escucha, en el cual cada uno necesita revelarse al otro y mostrar, de cierta forma, su interior. Pero eso tiene que ser hecho en un ambiente de fidelidad para que pueda suceder con sinceridad y transparencia.
El compromiso del noviazgo puede ser roto de común acuerdo o incluso sólo por una de las partes, pues no es una alianza definitiva.
Pienso que como todo pecado, la traición también puede ser perdonada si, de hecho, el culpable se arrepiente sinceramente y da prueba de ello, pero necesita saber que “el vaso de cristal fue rallado”; la confianza del otro no será jamás la misma porque la marca quedó grabada en el corazón. Siempre podrá surgir en el pensamiento de la persona traicionada la pregunta: “¿Será que él o ella no me traicionará nuevamente?”
Entonces, si deseamos un noviazgo bello e íntegro, tiene que haber fidelidad, no puede ser comprometido con señales afectivas hacia otra persona, incluso de manera disfrazada. Nadie está obligado a tener pareja, pero toda pareja está obligada moralmente a ser fiel al otro, so pena de disminuirse frente a sí mismo, es una cuestión de carácter, algo que desafortunadamente hoy no está muy cultivado.
Quien traiciona en el noviazgo es alguien que no sabe aún la importancia de esta relación y que, por eso, hace de ésta sólo un medio de diversión o de búsqueda de placer u otras aventuras. La traición es señal de inmadurez y de falta de responsabilidad. Es la prueba de que no se sabe amar, es señal de egoísmo que acepta destruir el sentimiento del otro para vivir una nueva aventura amorosa.
Si alguien piensa que no está satisfecho con la relación, entonces, puede romper el compromiso, sin problemas, incluso cuando la otra parte quiere continuar con la relación. Pero lo que no debe suceder es la traición.