Debe sentir que está para algo en el mundo y que hay que hacerlo bien, debe ser hijo de su siglo y apasionarse por la verdad
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El oficio de político es de los más exigentes por su impacto en la vida de la gente, el bien común y el desenvolvimiento de las comunidades donde los individuos se afanan en realizarse como personas.
Nos olvidamos de su significado y desvaloramos tanto esta noble actividad, al punto de haber pensado alguna vez que el “bueno para nada” para lo único que servía era para político.
Muchas lágrimas y pérdida de calidad de vida son el costo de esta errónea postura, pero afortunadamente asistimos hoy a un vuelco positivo en la valoración del oficio de político.
Reflexionemos sobre “el ser del Político” con mayúscula. El político debe ser hijo de su siglo, es decir, tener una relación muy rica y muy viva con la cultura, la filosofía, la psicología y las ideas de su tiempo; entender, amar y vivir su siglo; apasionarse por la verdad, la justicia y por las cosas de su tiempo, mirando más bien al futuro que al pasado, volteando al pasado únicamente en búsqueda de modelos constructivos de actuación, pero no para otra cosa.
El político debe tener presente los valores de hoy, cómo es el modo de ser de hoy. El político debe saber dar a su pueblo el sentido de su misión en la historia, en el momento presente. ¿Qué misión tiene América Latina en el mundo de hoy? ¿Qué misión tiene Venezuela en el mundo de hoy?
Una cosa es saber dar al pueblo su misión en la historia y otra cosa necesaria es tomar conciencia cada uno de nuestra misión política en el mundo.
El político debe tener la amplitud de visión que le permita ver en otras ideologías, en otras posturas, aspectos positivos que lo lleven a coincidir con ellas en su incesante búsqueda de la verdad y el bien común. Hoy quedan descartados los políticos de mente cerrada y visión corta.
El político debe tener una relación muy familiar con el cosmos y con el ser trascendente (los creyentes), es decir, sentirse que está realizando algo en el mundo, que está para algo en el mundo y que hay que hacerlo bien.
La impaciencia es la causante principal del fracaso de muchos políticos. Hay que saber esperar. Hay que prepararse día a día. Las metas se logran jalón a jalón y no de un solo tranco. La naturaleza no pega saltos.
El político de hoy debe poseer una competencia científica, una capacidad técnica y una experiencia profesional, porque antes podían permitirse políticos por intuición, pero no hay duda de que el estudio científico no quita nada a la intuición, sino por el contrario la perfecciona, la dirige y evita muchos errores en los que pueden caer los políticos puramente empíricos.
Así se consolida en el tiempo el político visionario que sabe mirar el futuro y tomar anticipadamente adecuadas decisiones.
Por Julio César Arreaza
Artículo publicado por Reporte Católico Laico