Ante la celebración del Día del Padre
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Adicional a las funciones que tienen los hombres como proveedores del hogar y figura paterna en el desarrollo de los hijos, la vida del siglo XXI les ha asignado nuevas tareas que lo involucran aún más en la familia. En el marco de la celebración del Día del Padre, analizaremos esta realidad.
El rol del padre ha dado un giro positivo en muchos aspectos. Por lo general, el papá de hoy tiene las mismas responsabilidades que la esposa en el hogar: están a la par en la crianza de los hijos, hace mercado, cambia pañales, ayuda en las tareas escolares, transporta a los chicos, etc. Esto se debe en parte, a la incursión de la mujer al campo laboral, lo cual le ha dado al padre la posibilidad y la obligación de asumir nuevas funciones dentro de la familia. Los grandes beneficiados de este cambio, son por supuesto, las esposas al trabajar en equipo con sus maridos, los hijos, y la familia como institución y base de la sociedad.
Por eso, dadas las circunstancias de la vida moderna, los masculinos deben atender estos desafíos de forma prioritaria:
1. El manejo del tiempo
El equilibrio trabajo-familia es una de las mayores dificultades que presentan los padres. Muchos se quejan de la falta de tiempo para estar con sus hijos, pues en realidad es algo que anhelan. Frente a esa trampa, surge buen efecto tener siempre presente esta idea: “trabajamos por ellos y para ellos, no los perdamos en el camino”. De esta manera la prioridad vuelve a ser la familia y el sentido del trabajo cobra el lugar que es.
Adicional a ello, hay que revalorizar aquellas pequeñas y cotidianas oportunidades –cenas, en el traslado al colegio o a casa, a la hora de dormir, etc.- para sacarles el máximo provecho y establecer así una comunicación más íntima entre papá e hijo/a. Es necesario además, que sea un tiempo de calidad, y esto sólo se logra con voluntad y dedicación. Por consiguiente, al llegar a casa hay que apagar el televisor, apartar los móviles y las tabletas, para poder aprovechar los pocos minutos que se tienen con los chicos antes de que se vayan a la cama.
2. Ser padres y no amigos de los hijos
Algunos papás modernos quieren replantearse ciertos esquemas con los que fueron educados y a la hora de tener sus hijos, se proponen establecer una relación más estrecha con ellos, en especial con los hijos varones. Aunque la intención es maravillosa, no debe confundirse con el deseo de ser “amigos” de los hijos.
Es desacertado además, cuando los padres asumen una actitud que los lleva a comportarse como los muchachos, tratando de estar a su nivel en cuanto a la moda, el léxico y el trato de “tú a tú” con los amigos de los hijos.
Vale aclarar que el hecho de compartir actividades con los hijos (ir a un partido de fútbol, llevarlos a sus primeras fiestas, jugar una partida de videojuegos, enseñarles a bailar) son espacios primordiales propios de una relación de confianza, mas no de amistad.
3. Ser padre ejemplo
El papá es el primer referente masculino que tienen los hijos, y su función varía en relación al hijo y a la hija.
Para las hijas, según explica la Dra. Meg Meeker, autora del libro “Padres fuertes, hijas felices”, el padre es el hombre más importante de sus vidas, sus interacciones las preparan para relacionarse con los demás hombres: “Las hijas vigilan al padre como halcones. No sólo miran cómo las trata a ellas, sino también cómo trata a la madre. Si ven que el padre le abre la puerta a la madre, la ayuda a limpiar la cocina y tiene paciencia, llevarán todo eso a su propio matrimonio y, les guste o no, de manera conciente o inconciente, lo reproducirán. Las hijas aprenden cómo deben ser tratadas al mirar cómo el padre trata a la madre.”
En cuanto a los hijos, la función no es menos loable. La figura del padre es determinante en la transmisión del concepto de masculinidad a los hijos. Es él quien emite el modelo principal de imitación y según se le observe, el hijo adoptará las conductas, de ahí su trascendencia, pues será el punto de referencia. El hijo debe aprender del padre, el papel que ejerce el varón dentro de la familia, así como las actividades afines a su sexo.
De ahí que el buen o mal ejemplo de los padres sea tan determinante. Su gran influencia en la transmisión de normas y valores, lo convierten en una de las claves de la formación de los hijos.