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¿Qué quiere decir Papa Francisco con que el celibato no es un dogma?

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SIAME - publicado el 25/06/14
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El Papa también dice que el celibato es un don que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y que él lo aprecia mucho

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Cuando el Papa Francisco dice que el celibato sacerdotal no es dogma de fe y que la puerta está abierta para cambiar las normas, no dice que ya se va a hacer, sino que se podría aceptar que se dé el sacerdocio a hombres casados si en un momento determinado se viera necesario. Pero también afirma que el celibato es un don que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y que él lo aprecia mucho.
 
Lo que dijo el Papa Francisco

En el marco de su viaje a Tierra Santa, el pasado 26 de mayo, el Papa Francisco concedió una rueda de prensa en el avión en el que regresaba a Roma.Un periodista alemán le preguntó, en concreto, si en su diálogo con el patriarca Bartolomé, de los ortodoxos, se había hablado sobre la posibilidad de que se cambiara la norma del celibato sacerdotal en la Iglesia Católica.

El Papa contestó: La Iglesia católica tiene sacerdotes casados, ¿no? Los católicos griegos, los católicos coptos, ¿no? Hay sacerdotes casados en el rito oriental. Porque el celibato no es un dogma de fe: es una regla de vida que yo aprecio tanto y creo que es un don para la Iglesia. No siendo un dogma de fe, está siempre la puerta abierta: en este momento no hemos hablado de esto, como programa, al menos en este tiempo. Tenemos cosas más fuertes que emprender. Con Bartolomé este tema no es tocado, porque, de verdad, es secundario en las relaciones con los ortodoxos, en este sentido.

Estas palabras del Papa han causado, por lo menos, extrañeza entre algunos católicos y es conveniente ilustrarnos un poco sobre el celibato sacerdotal.

Una norma salida de la experiencia de la Iglesia  

El que los sacerdotes no se casen no es un mandato de Cristo, ya que Él ordenó a los apóstoles, y por lo que se sabe, de ellos sólo san Juan era soltero.

Lo mismo sucedió cuando los apóstoles decidieron ordenar diáconos, de ellos se sabe, por ejemplo, que el diácono Felipe tenía dos hijas que eran miembros activos de la comunidad cristiana, y a ellos y a los obispos les pide san Pablo que sean papás ejemplares y esposos de una sola mujer.

Durante los primeros siglos de la Iglesia los tres grados del Orden Sagrado se daban a hombres casados.

Una de las características del cristianismo es el aprecio al celibato inspirado por Jesús, que nos habla de los que renuncian al matrimonio por el Reino de los Cielos (Mt 19, 12) y por san Pablo, célibe él mismo, que nos dice que el hombre casado se preocupa por Dios y por las necesidades de su familia, en cambio, el célibe sirve a Dios con el corazón sin división (1 Cor 7, 32-34).

El celibato no es un mandato, es un consejo y como tal fue practicado muy pronto en la Iglesia primitiva por los monjes y las vírgenes consagradas, que son nuestros actuales religiosos. En un principio había, pues, casados que eran ordenados sacerdotes, y célibes monjes que también eran ordenados sacerdotes. Reconociendo la excelencia del celibato, la Iglesia comenzó a pedirlo a aquellos que aspiraban a ser sacerdotes ya desde el Concilio provincial de Elvira, en España, a principios del siglo IV, antes de que Constantino diera la libertad a los cristianos.

Fue en el Concilio de Trento, iniciado en 1545, cuando la Iglesia Latina manda que sólo se dé el sacerdocio a los célibes. La Iglesia Oriental, también católica, mantuvo la tradición de ordenar a casados o a célibes opcionalmente hasta la fecha.

La definición de este tema se debió al ataque de las iglesias protestantes contra el celibato tanto en los sacerdotes como en los religiosos que fueron suprimidos por la así llamada Reforma, hasta la fecha.
 
Situación actual

Cuando el Papa Francisco dice que el celibato sacerdotal no es dogma de fe y que la puerta está abierta para cambiar las normas, no dice que ya se va a hacer, sino que se podría aceptar que se dé el sacerdocio a hombres casados si en un momento determinado se viera necesario. Pero también afirma que el celibato es un don que el Espíritu Santo ha dado a la Iglesia y que él lo aprecia mucho.

A mí me llama la atención que en las encuestas realizadas sobre cuáles profesionistas son los más felices, los sacerdotes quedan en uno de los primeros lugares, ¡y son célibes!

Consideramos que nuestro celibato nos es algo que nos oprime, sino que nos motiva a una entrega generosa a Dios y a nuestros hermanos.

En las Iglesias Orientales, Católicas u Ortodoxas, en donde el celibato es opcional, vemos cómo son muchos los que siendo célibes optan por el sacerdocio.

El celibato sacerdotal no es un desprecio al Matrimonio, sacramento excelente, sino una consagración a Dios con todo el corazón y para toda la vida.

El hecho de que algunos sacerdotes abandonen su ministerio por el Matrimonio, o sean obligados a dejarlo, no habla mal del celibato sacerdotal, ya que la inmensa mayoría de los sacerdotes siguen optando por el celibato, y cada año se ordenan nuevos sacerdotes, adultos, que aceptan libremente su celibato por el Reino de los Cielos, en un tiempo en que la cultura reinante exalta la sexualidad y el placer.

Por el padre Sergio G. Román. Artículo publicado por SIAME 

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