No, no existen gritos de amorLos padres, en general, han tomado en serio los estudios que dicen que abofetear a los hijos provoca en ellos comportamientos más agresivos, pero en “sustitución” de las bofetadas la mayor parte de los padres grita.
Sí, también yo grito a los míos. No me gusta, pero lo hago. Sin embargo cada día grito menos gracias a estas 6 actitudes que me ayudaron a cambiar:
Cuando mis primeros dos hijos tenían 2 y 4 años, un día me senté con ellos en el sofá y les grité hasta hacerles llorar. Ni siquiera me acuerdo que habían hecho. Pienso que les grité un minuto o dos, pero el recuerdo de aquel día para mí es trágico. No creo que mis hijos hayan modificado su comportamiento a causa de mis gritos. La única cosa que aprendieron es a tener miedo de mí.
Mis padres nunca me gritaron de esa forma, pero yo tenía mucho miedo a mi madre. Ella no dudaba a la hora de pegarme. Yo pensaba que era una persona mejor porque no pegaba a mis hijos, pero estoy segura de que gritarles, así como pegarles, es una solución a corto plazo que al final hace más mal que bien.
Intuitivamente, sabemos que no es de gritos de lo que nuestra familia tiene necesidad. Los buenos padres saben cómo modelar el comportamiento que desean ver en los hijos. A pesar de esto, nosotros todavía gritamos. En general lo hacemos porque estamos desesperados, cansados, frustrados e irritados , y no sabemos que más hacer.
Gritar es un mal para nuestras familias. Lo entiendes cuando los niños empiezan a gritar ellos también. No es el tipo de familia que soñabas. No es la familia amorosa que querías para tus hijos.
No estoy hablando del grito de temor que explota espontáneamente cuando tu hijo corre por la calle o suelta tu mano entre la multitud. Estas “erupciones” de miedo transmiten a nuestros hijos un temor saludable, y los niños conocen la diferencia entre un grito de miedo y uno de rabia.
No digo que no haya que decirse la verdad cruda con un tono de voz normal. Hay momentos en los que levantar la voz forma parte del deber de padre o de madre. Hablo de gritar para expresar rabia.
Los peores gritos son los que implican insultos y ofensas. Existe un estudio que demuestra que este tipo de gritos es más nocivo que efectivo que los bofetones. La investigación destaca que los efectos negativos de los gritos ni siquiera se compensan con amor, apoyo emotivo y afecto entre los padres y los hijos, ni por la fuerza del vínculo padres-hijos. En otras palabras “gritar por amor” es una cosa que sencillamente no existe.