La curiosa historia de la imagen peregrina símbolo de la fe polaca
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Contamos una síntesis de la curiosa historia, publicada por Tempi.it el 17 de julio, del icono de la Virgen de Jasna Góra:
La Virgen peregrina
En 1956 el primado Wyszyński lanzó la idea de que una copia de la imagen milagrosa peregrinara por el país: “Visto que no todos logran visitar a su Reina en Jasna Góra, que sea Ella quien venga a visitar a sus hijos ahí donde viven, o sea en sus parroquias”.
Leonard Torwirt, pintor y restaurador, fue el encargado de pintar una copia del icono milagroso. El primado quedó muy contento del resultado y el 16 de agosto de 1957 la copia, bendecida por Pío XII, inició su peregrinación por Polonia.
El cese del régimen comunista
El intenso programa espiritual inquietó al régimen y las autoridades comunistas al principio intentaron incomodar y obstaculizar la participación de los fieles, hasta que decidieron pasar a la acción: confiscación del vehículo y retención de la imagen que fue conservada en Varsovia, en la catedral, encerrada en la sacristía frente a una ventana con barras.
Desde el exterior parecía estar en la cárcel, y los fieles comenzaron a poner flores y velas en toda la acera y el umbral. Era el 20 de junio de 1966.
El bombardeo y la liberación
En 1972 don Jósef Wókcik, que en esa época era un joven vicario en Radom y había tenido problemas con las autoridades estatales, metió en Wyszyński la idea de “liberarla”.
Recibida la bendición, concordó con los tres cómplices don Roman Siudek y las hermanas Helena Trętowska y Maria Kordos.
El 13 de junio, de mañana, los dos sacerdotes transportaron el icono al exterior y la cargaron en la furgoneta que las hermanas condujeron a Radom.
La desaparición del icono sorprendió a todos: tanto a los paulinos como a las autoridades comunistas, quienes por diversos días no supieron a donde ir.
Wyszyński, mientras tanto, se hizo el tonto hasta el día 18, en Radom, cuando Wojtyla abrió complacido la procesión mariana acompañada por el icono “liberado”.
“Jasna Góra –escribió Wyszyński– se ha revelado como un vínculo interno en la vida polaca, una fuerza que toca profundamente el corazón y tiene a la nación entera en la humilde, pero fuerte, actitud de fidelidad a Dios, a la Iglesia y a su jerarquía. Para todos nosotros fue una gran sorpresa ver el poder de la Virgen de Polonia manifestarse tan magníficamente”.
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