Agosto no debería ser el “mes del egoísmo”: descansar es bueno, pero no vivir para uno mismo
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"El verano… ¡Qué maravilloso momento para buscar nuestro propio espacio!". Esta típica frase no sólo se escucha en verano, sino que también nos la venden el resto del año. Los titulares de los periódicos y los psicólogos nos animan a buscar nuestro espacio. ¿Por qué ese afán tan desmedido de buscar un espacio para nosotros mismos? Ese espacio para uno mismo, esa especie de egoísmo en positivo muchas veces se convierte en negativo. ¿Pero realmente existe un egoísmo en positivo y otro en negativo o es simplemente un calificativo más a una palabra que engloba al ombliguismo más actual?
La moda del piercing en el ombligo nunca fue buena. Ironías aparte, el mundo nos llama a ir a nuestra bola, a preocuparnos únicamente de nuestros asuntos y a disfrutar de la vida por encima de todo. Dicen que nos estamos deshumanizando y creo que es verdad, y no sólo eso, creo que gran parte de la culpa la tiene el querer confundir conceptos para meternos a toda costa entre ceja y ceja que nuestro espacio no nos lo puede quitar nadie y que tenemos que "cuidar" de él como nuestro tesoro más preciado. Fuera complicaciones, viva el egoísmo. Hoy en día ya existen hoteles donde no aceptan niños, para que los solteros o las parejas que no tienen familia puedan descansar tranquilamente sin que un par de mocosos le arruine sus vacaciones y su apreciado descanso. Y como este ejemplo de los hoteles, podría poner más. Que levante la mano quien preste su ayuda sin recibir nada a cambio. Creo que los podría contar con los dedos de las manos…
A esto me refiero. Muchas veces, el buscar nuestro propio espacio hace que dejemos a un lado al resto de personas con las que convivimos o con las que tenemos alguna cercanía por amistad, trabajo, etc. Olvidarnos de todo y de todos menos de nosotros mismos: espacios para la lectura, para no hacer nada o incluso para disfrutar de ratos de soledad. Es lo mismo que decir: espacios para el ego, para que yo me sienta a gusto, feliz, satisfecho; en vez de que para que los demás que están conmigo se sientan a gusto, felices y satisfechos.
Una vez me dijeron que descansar es cambiar de actividad. El verano es un buen momento para descansar, para hacer cosas que no nos dan tiempo durante el año, para disfrutar más de la familia, para dedicar más tiempo a otras actividades, pero, sobre todo, para velar para que los demás también descansen. Siempre me viene a la memoria la imagen de las madres de familia que nunca descansan, ni en verano, sólo preocupadas por la felicidad de los suyos, incluso con más gente en casa que durante el año. Seguro que ellas tienen también su espacio, pero es compartido.