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La “Capilla Sixtina del Este”: los monasterios de Bucovina

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Enrique Chuvieco - publicado el 07/08/14
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Situados al Norte de Rumanía, destacan sus frescos de momentos bíblicos en el interior y exterior de los templos

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Enraizados en las reglas de san Pacomio y san Basilio, el monacato ortodoxo se extiende por las comunidades cristianas bizantinas, principalmente, en Palestina y Asia Menor en los primeros siglos de nuestra era. Más tarde, aparecerán en los países eslavos europeos y conservarán la herencia trasmitida a lo largo de los siglos cristalizando, entre otras manifestaciones, en el typicón o carta fundacional de cada monasterio. En él se describen los usos y costumbres de cada cenobio.

Buena muestra de ellos, son los monasterios pintados de Bucovina, situados al norte de Rumania en la región de Moldavia (no confundir con el país del mismo nombre) y haciendo frontera con Ucrania. Denominados como la “Capilla Sixtina del Este” por los frescos que recubren sus paredes por dentro y fuera de los templos, fueron edificados entre los siglos XV y XVI y declarados Patrimonio de la Humanidad en 1993.


© Christian Bortes

De tamaño reducido, un tejado y una pequeña torre sobresalen en la mayoría de los edificios. Consideradas obras cumbres del arte bizantino, los frescos reproducen imágenes de la vida de Jesús, la Biblia, de santos, profetas, ángeles y demonios, cielo e infierno. A través de ellos, como sucede con las esculturas en el caso de los monasterios católicos, el pueblo analfabeto conocía la historia bíblica.

Ascenso tras la caída del comunismo

En buena parte del territorio de Rumanía, existen monasterios antiguos o de nueva construcción, aparecidos tras la debacle comunista ocurrida a raíz de la caída del Muro de Berlín en 1989. En ellos, muchos hombres y mujeres han tomado los hábitos para vivir en comunidades monásticas y experimentar una vivencia religiosa más intensa, imposible en los años trascurridos durante el régimen totalitario, cuya práctica religiosa estaba castigada por las autoridades. 

La ciudad de Suceava es un buen punto para iniciar la ruta de estos monasterios. Durante algo menos de dos siglos (1388-1565) fue la capital de Moldavia. En ella podemos visitar Sfantul Ion cel Nou, del siglo XVI, la iglesia Mirauti, del XVII y la casa Hanul Domnesc del s. XVI, sede del Museo Etnográfico.


© Christian Bortes

Situada a 30 kilómetros de Suceava y declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, este monasterio fue construido en 1503 por Luca Arbore, consejero de Esteban el Grande. Es uno de los pocos desprovisto de cúpula. De dimensiones reducidas, cuenta con bastantes imágenes del emperador Constantino, predominan los tonos verdes, combinados con el rojo, azul y el amarillo. Las pinturas más importantes se hallan en el muro oeste (en los contrafuertes), donde se describen escenas del libro del Génesis. Destacan, además, dos losas enormes en el patio de la iglesia con quince pequeños recipientes donde se preparaban los colores.

Frescos del “Hijo pródigo”

Al sur de la población de Solca, a 6 kilómetros de Gura Humorului, se encuentra el monasterio de la Asunción (Dormition) de Humor. Fundado en el año de 1530 por orden del príncipe Pedro Rares y de dimensiones modestas, todos sus muros exteriores están pintados. Posteriormente sufrió los saqueos de los cosacos y se suprimió su cultoen el siglo XVIII, como en el resto de los monasterios ortodoxos, por las tropas austriacas. Tras su abandono y finiquietado el régimen comunista, se reabrió en 1990.

Sus pinturas hacen referencia a un poema dedicado por el Patriarca Sergio de Constantinopla a la Virgen María por haber salvado la ciudadela del ataque persa en el año 626. Los frescos del Hijo Pródigo y del Diablo en forma de mujer son dos figuras a las que merece dedicar un tiempo a su contemplación. Un elemento arquitectónico importante es su bóveda, que, mediante un efecto óptico, parece flotar en el techo.

Al sur de la localidad de Humor, se encuentra el Monasterio de Voronet, llamado la “Capilla Sixtina del Este”. Fue edificado por Esteban el Grande en el año de 1488 y pintado durante el principado de Pedro Rares en 1547. Destacan sus vivos colores, en los que prevalece el azul de Voronet. Considerado como una de las manifestaciones más genuinas del arte bizantino rumano, se describen dramáticamente las escenas del Juicio Final enuna de sus fachadas, la genealogía de Jesucristoen el muro sur y escenas del Génesis en otro de los muros exteriores.

El arte de monjas y monjes

El monasterio tiene unas dimensiones mayores que los anteriores y fue edificado en 1532. Sus muros están totalmente cubiertos de frescos, desde los aleros hasta los cimientos, en los que se aprecian escenas del Juicio Final.La fachada está dominada por el Himno a la Virgen y el Árbol de Jeseo, pintados sobre un fondo azul claro. En el interior se conserva mobiliario del siglo XVI.


© KLMircea

Situado en la localidad de Sucevita es el más grande de todos los monasterios de Bucovina, el de construcción más tardía y el que cuenta con un mayor número de imágenes. El monasterio, edificado en 1584 por orden de Movila, está rodeado por una muralla con cuatro torreones, lo que le confiere su aspecto de fortaleza defensiva. En el muro norte se despliega la Escalera de las Virtudes y, en el sur, el Árbol de Jeseo, símbolo de continuidad entre el Viejo y el Nuevo Testamento.

La leyenda cuenta que una anciana trabajó durante 30 años llevando piedras en su carro de bueyes para construir el monasterio. Al final, consiguió que esculpieran su rostro en una piedra negra del patio del recinto.

Este recorrido por estas joyas de Europa tan desconocidas hasta la desaparición del poder comunista, atestiguan que el arte en el monacato ortodoxo ha sido obra exclusiva de monjes y monjas. Los monasterios fueron siempre un taller para la escritura, la pintura o el bordado, de igual modo que alojaron seminarios teológicos, escuelas de niños o de niñas y residencias para los enfermos y/o para los ancianos.

 

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