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¿Es la mutilación genital femenina una práctica islámica?

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María Angeles Corpas - publicado el 15/09/14
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Una realidad muy antigua y no exclusivamente musulmana, aunque algunos pretendan darle justificación religiosa

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La mutilación genital femenina es una lacra arraigada como costumbre en zonas de África y Oriente Próximo. Una práctica brutal con consecuencias físicas y psicológicas muy graves.

Tiene un componente ritual y comunitario de reproducción de roles. Se basa en una percepción negativa, mitificada y sometedora de la sexualidad femenina.

Desde hace décadas, organismos internacionales, ONG’s y medios de comunicación libran un difícil combate para lograr su erradicación.

Es una realidad muy antigua y no exclusivamente musulmana. Aunque algunos pretendan dotarla de una justificación puramente religiosa.

1. Un rito tribal arcaico difícil de erradicar  

La mutilación genital femenina es una práctica que extirpa de manera parcial o total los órganos sexuales.

La mayoría son parciales y consisten en una clitoridectomía (extirpación del clítoris) no siempre completa. La forma más radical de esta agresión, denominada infibulación, implica también la escisión (extirpación de los labios mayores) y la ablación (extirpación de los labios menores).

Su fin último es dejar una mínima apertura de la vagina para el paso de los fluidos mediante el cosido o la cicatrización de los tejidos.

El ritual y la edad varían en función de la zona geográfica, grupo étnico cultural y estatus social.

Según la OMS y las ONG’s, la mutilación se está disociando de la idea de “rito de paso” a la edad adulta. Más bien, se reduce la edad media y se practica con niñas de corta edad, de 5 a 7 años, en un intento de reducir la rebeldía de las jóvenes y evitar problemas legales.

Dadas las condiciones higiénico-sanitarias en las que se realiza conlleva un alto riesgo de complicaciones graves tanto físicas como psicológicas. Aunque se revista de un ambiente familiar y comunitario festivo, se produce habitualmente de forma muy traumática.

En ciertas tradiciones se denomina “circuncisión” femenina. Es una comparación inadecuada con la práctica masculina en el mundo semita, ya que en la mujer se persigue la eliminación del placer.

Una forma brutal de castigo físico y psicológico inspirado por una estructura mental basada en una desconfianza absoluta hacia la naturaleza femenina.

Se mantienen unos roles sexuales diferenciados en los que se trata de “desmasculinizar a la mujer”, prevenir una presunta tendencia a la promiscuidad y someterla a una condición alienante.

Subyace una manipulación tosca de la sexualidad humana para imponer unas relaciones de poder social y familiar, hostiles hacia la dignidad de las mujeres.

Se estima en más de 130 millones el número de mujeres que han padecido esta mutilación, sobre todo en África y Oriente Medio.

Se tiene constancia de su ejecución en unos 29 países africanos. En la mayoría está legalmente prohibida, aunque la ley no se aplica. Tiene una incidencia cercana al 100% en países como Egipto, Somalia o Yibuti. Normalmente en su forma menos extrema. En zonas como Eritrea, Etiopía, Sudán, Sierra Leona o Mali, se estima en torno al 90% de incidencia.

En otras zonas del mundo se ha extendido como resultado del establecimiento de comunidades inmigradas, originarias de estos países. En ocasiones se realizan en procedimientos clandestinos, pero habitualmente viajando a los lugares de origen.

Este fenómeno ha suscitado la preocupación de las autoridades que lo reprimen, aunque la opacidad de estos grupos impide conocer la auténtica dimensión del problema.

Existen pocas estadísticas fiables y resulta complicado desarrollar estudios clínicos. Sobre todo por la escasa transparencia de los sistemas sanitarios y el carácter de tabú vergonzante para las familias.

Las fuentes señalan la aparición de variados efectos fisiológicos y psicológicos en las mujeres mutiladas.

Entre los primeros, el riesgo de muerte, las infecciones crónicas o las dificultades en las relaciones sexuales y el parto.

Entre los segundos, shock postraumático, ansiedad y humillación, cuyos efectos pueden ser muy duraderos.

Estas consecuencias deben relacionarse con el carácter de rito social integrador de las niñas a la vida adulta dentro de la comunidad.

El deseo de aceptación y de no rechazo favorece la reproducción generacional de este comportamiento.

2. ¿Es una práctica islámica?  

No exactamente. La mutilación genital femenina es un uso tradicional destinado a perpetuar un modelo social forjado por estereotipos y mitos sobre la mujer.

Erradicarlos es muy costoso porque las comunidades que la practican lo conciben como un pilar de su identidad colectiva. Lo justifican con criterios acerca de la purificación, higiene, salud o estética femenina.

Pero en realidad viene de una falsa percepción sobre su sexualidad, entendida como moralmente mala y físicamente peligrosa.

En este sentido, el fenómeno es anterior al surgimiento del islam y se ha dado en otras regiones y culturas del  mundo.

No obstante, por su arraigo en países de mayoría musulmana, algunos han tratado de legitimar esta práctica basándose en preceptos islámicos y la ejercen como tal.

Sin embargo, la mayoría de las autoridades civiles y religiosas consideran que no existe una base firme al respecto en el Corán y la Sunna.

Es más, se trata de una costumbre rechazada por gran parte de los musulmanes que la perciben como una agresión a la integridad física y moral de la mujer.

Incluso desde una óptica teológica, la mutilación es una acción ilícita sobre la creación de Dios, cuya perfección y bondad no debe ser enmendada.

En Egipto, la influyente Universidad de al-Azhar ha mantenido posturas ambiguas, aunque hizo una condena firme en 2006. La comunidad copta lo prohíbe, aunque los datos reflejan que es una práctica habitual.

No obstante, la acción de los gobiernos para la prevención y persecución de esta lacra ha sido muy deficiente. En parte, porque la toma de conciencia de este problema ha sido muy reciente y parcial.

Los organismos internacionales y ONG’s vienen trabajando en los últimos 40 años para que se entienda la mutilación femenina como tortura y violación de los derechos humanos. En particular, de los derechos de las niñas y de los derechos relacionados con la salud y la sexualidad femenina.

Este cambio de paradigma tiene grandes implicaciones en el derecho internacional, obligando a los países donde existe esta práctica a trabajar para su erradicación.

Los avances son muy tímidos, como demuestran los escasos ejemplos en que mujeres en riesgo han obtenido derecho de asilo o refugio.

Esta temática debe considerarse dentro de una estrategia mundial para combatir la discriminación y violencia contra la mujer.

No se trata de una forma de imperialismo cultural ni de un menosprecio contra las tradiciones africanas o la religión islámica. Es una lucha para eliminar las condiciones de sometimiento material y psicológico que hacen de las mujeres seres discriminados, sin derechos o con sentimientos de inferioridad.

Hay cuestiones de orden legal, económico y sociológico muy importantes a desarrollar para erradicar la pobreza, la falta de trabajo, la violencia sexual y doméstica e incluso la esclavitud.

Dentro de este panorama, se viene trabajando para hacer visible esta cuestión como delito y que no quede oculta bajo el concepto de “práctica cultural o religiosa” a tolerar.

La preocupación se manifestaba ya en eventos como la Conferencia de la OMS de Jartum (1979) o la Convención de la ONU para la eliminación de toda forma de discriminación contra las mujeres (1981).

Tanto los organismos multilaterales como ONG’s (Amnistía Internacional, 1981) detectaron la necesidad de ejercer una mayor presión política a los gobiernos que consentían esta práctica.

Asimismo, se insistió en la importancia de la educación para concienciar de la gravedad del problema y avanzar en la erradicación de mitos y falsedades.

Estas medidas han sido desarrolladas por otros documentos como la Declaración de la ONU sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer (Asamblea General en 1993), la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín-IV Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995) o la Declaración conjunta OMS- UNICEF (1996).

Esto compromete a los gobiernos que han ratificado los pactos internacionales de Derechos Civiles y Políticos, Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Convención sobre la Mujer y Convención sobre los Derechos del Niño, sin que quepa la introducción de disposiciones locales limitadoras que los restrinjan.

De esta experiencia se ha aprendido que no basta una acción legal o una campaña informativa limitada, sino que es necesaria una estrategia integral que implique a autoridades locales e internacionales, ONG’s y población civil, incidiendo de forma intensa en las tareas de concienciación y denuncia de estas prácticas.

También hay que implicar a los líderes religiosos de las diversas comunidades, para que separen esta práctica inhumana de cualquier principio espiritual.

Así, la Declaración de la Asamblea General de la ONU de 20-XII-2012, destacó que: “el empoderamiento de las mujeres y las niñas es esencial para romper el ciclo de discriminación y violencia y para promover y proteger los derechos humanos, entre ellos el derecho al más alto nivel posible de salud mental y física, incluida la salud sexual y reproductiva, y exhorta a los Estados partes a que cumplan sus obligaciones”.

Muchas mujeres musulmanas se sienten hoy llamadas a cambiar su rol tradicional. Un papel que las ha relegado a la función familiar y reproductora. De hecho, vienen reivindicando un mayor protagonismo en diversos ámbitos profesionales y políticos. También denuncian las diversas formas de violencia y discriminación infligidas contra ellas.

La existencia de este feminismo islámico no es una mera importación de un movimiento social occidental. Tiene unas características y evolución propias, importantes para entender los cambios en curso dentro del mundo árabe-islámico.

REFERENCIAS:

AMNISTÍA INTERNACIONAL: “¿Qué es la mutilación genital femenina?, Índice AI: ACT 77/06/97/s, disponible en: https://doc.es.amnesty.org/cgi-bin/ai/BRSCGI/La%20mutilaci%C3%B3n%20genital%20femenina%20y%20los%20derechos%20humanos?CMD=VEROBJ&MLKOB=25408923434
ONU: “Intensificación de los esfuerzos mundiales para la eliminación de la mutilación genital femenina”, Resolución Asamblea General de la ONU 67/146 (20-XII-12),  en: http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/RES/67/146
ONU MUJERES: “Las Naciones Unidas prohíbe la mutilación genital femenina”, (20-XII-2012), en: http://www.unwomen.org/es/news/stories/2012/12/united-nations-bans-female-genital-mutilation

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