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Estás contra el aborto ¿y no contratas embarazadas?

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Inma Álvarez - publicado el 03/10/14
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La responsabilidad de los empresarios, y especialmente si se dicen católicos, es crucial en la cultura de la vida

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Cuando la ética y la cultura empresariales caminan cada vez más hacia la incorporación de las políticas de responsabilidad social de las empresas, y cuando ya no se discute que una empresa que pretende la calidad total no puede hacerlo sin un importante grado de satisfacción de los trabajadores, Mónica Oriol, importante representante de la empresa española, dice sin pudor que no contrataría a una mujer menor de 45 años por el “riesgo” de que se quede embarazada. Supongo que el “riesgo” no son solo las 16 exiguas semanas de permiso maternal que concede la ley española, y que van a cargo de la Seguridad Social, no de la empresa, sino la “carga” de criar a un hijo.

Estas palabras suenan especialmente denigrantes y cínicas en un país con la tasa de natalidad casi más baja del mundo, con un 45% de jóvenes desempleados y con la mayoría de sueldos mileuristas, que no llegan ni para la hipoteca. Un país en el que ya hace dos generaciones que la mujer no se puede permitir el lujo de no trabajar. ¿Y luego nos extrañamos de que la mayoría de los españoles acepte el aborto? Pues no: es el triunfo de la resignación ante la victoria de un sistema radicalmente injusto sobre las legítimas aspiraciones de las personas. ¿Que el aborto es un “derecho”, cuando la alternativa es quedarte sin trabajo? ¡Venga ya!

¿Qué responder ante esto? Como dijo CS Lewis, sólo tengo lo que he vivido: tengo 7 hijos y 18 años de vida laboral ininterrumpida, casi todos en puestos de responsabilidad. Fui contratada dos veces embarazada (por sendos empresarios  católicos, seguramente es casualidad, pero está claro que miraron mi currículum antes que mi barriga).

Hoy tengo el honor de dirigir un equipo humano en el que la mayoría son madres de familia (el resto, padres), dos de ellas madres de familia numerosa, y una embarazada. La calidad humana y profesional de mis compañeras no ha hecho sino aumentar con cada maternidad. Y las bajas maternales no han sido nunca un obstáculo para cumplir (superar incluso) los objetivos de productividad, eficacia y rendimiento, pues se han afrontado con responsabilidad y compañerismo.

La responsabilidad de los empresarios, y especialmente si se dicen católicos, es crucial: Muchas mujeres que han abortado podrían levantar el dedo acusador hacia el empresario/a que la forzó a semejante decisión. La cultura de la vida empieza por hacer posible la vida, por instaurar un clima empresarial que verdaderamente tenga en cuenta el bien de las personas, y no las considere un apunte contable dentro del balance de los beneficios.

Consiste en tomarse en serio la responsabilidad social de la empresa, y consiste sobre todo en poner a la persona por encima del beneficio, y en generar climas de confianza en los equipos humanos. La productividad depende sobre todo del ánimo y la motivación que los trabajadores tengan para trabajar, más que de las horas que uno pasa en su puesto de trabajo.

Es verdad que necesitamos un profundo cambio de cultura laboral, pero sobre todo necesita esperanza de que ese cambio es posible y de que redunda en el bien de todos, también económicamente.

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