España informa del primer caso de ébola fuera de África, una ola de miedo sacude al país
España está asustada por el ébola: ayer se informó, en rueda de prensa mundial, del primer caso contagiado fuera de África. Una auxiliar de enfermera que atendió al misionero Manuel García Viejo, uno de los cientos de héroes que luchan en África por contrarrestar la terrible enfermedad y que fue repatriado para que muriera en casa, se contagió del mal en el mismo hospital.
Una ola de miedo ha sacudido el país: la ministra de Sanidad compareció junto con otros cinco altos cargos para explicar lo inexplicable, dando el vergonzoso espectáculo de darse la palabra unos a otros a ver quién cogía la patata caliente. Los enfermeros y demás personal del hospital escriben anónimamente a los medios de comunicación para denunciar las improvisaciones y chapuzas cometidas por las autoridades sanitarias, aceptando a un enfermo en un entorno hospitalario sin las instalaciones adecuadas y sin la formación necesaria. La oposición política aprovecha la coyuntura…
Mientras, la mayor parte de los españoles se pregunta con terror si esa nueva peste negra va a asolar el país, y la mayoría clama contra un Gobierno que se arriesgó a traer el mal a casa, para quedar bien ante la opinión pública. Quienes clamaron contra la "insensibilidad" del Gobierno que dudaba en repatriar a los sufridos misioneros que luchan contra el ébola, ahora lamenta su "irresponsabilidad": pues oiga, si esos misioneros fueron allí era cosa suya, ¿no? Ellos se fueron allí, ellos lo han querido. ¡Ah, el miedo!
Sí, hay que depurar responsabilidades por lo que ha sucedido. Sí, es gravísimo. Los españoles tienen razón en tener miedo, su reacción es totalmente comprensible. Pero miremos más allá: África se desangra desde principios de año y lleva lanzando llamamientos de auxilio desde hace meses para combatir el ébola. ¿Hemos corrido a ayudar a esa parte de la humanidad agonizante? ¿Se han solidarizado los Gobiernos y han enviado suficientes ayudas? ¿Las multinacionales farmacéuticas han investigado posibles vacunas para ayudarles a combatir el mal? ¿Han dedicado recursos? ¿Se ha conmovido bastante la opinión pública? En resumen, ¿nos ha dolido que seres humanos como nosotros estuvieran muriendo a miles?
La OMS advirtió que asistíamos a una pandemia de proporciones gigantescas, que el mal podía extenderse.
Pero pasaba en África, y a Occidente le tenía sin cuidado. Esa es la triste realidad. El cinismo y el miedo llevan a buscar chivos expiatorios, que nos justifiquen. Pero la verdad es que si el mal se hubiera combatido allí, no habría llegado aquí, si los pueblos del tercer mundo nos importaran, habríamos ido a socorrerles y habríamos colaborado a nuestra propia seguridad. Pasa con el ébola, con el islamismo, con el hambre, con la sequía…
Pero no, hemos cerrado la puerta, y el mal se ha colado por la cerradura. Ha sido en el cuerpo de un misionero que sólo quería morir en su casa, pero podría haber sido, en el de un turista, en el de un inmigrante o en el de un traficante de armas, es lo mismo. Hoy es el ébola, mañana puede ser otra cosa peor: y no aprendemos; nuestro egoísmo es nuestra debilidad. Mientras no nos duela una parte de la humanidad, corremos el riesgo de desangrarnos por sus heridas sin darnos cuenta. Algunos africanos podrían pensar: ah, ahora tenéis miedo….