¿No se corre el riesgo de tratar el texto sagrado como un libro mágico?Suelo abrir una página al azar de la Biblia para buscar consuelo e indicaciones concretas sobre las elecciones en mi vida, pero no siempre encuentro las respuestas que busco…
Tus palabras me han hecho recordar la novela El poder y la gloria de Graham Greene. La historia, ambientada en México durante las persecuciones anticlericales, tiene como protagonista a un sacerdote borracho, que al final encuentra la valentía de comportarse como héroe.
Un día este sacerdote encuentra en una casa una Biblia y dentro de ella una hoja con los pasajes para leer en los momentos tristes, alegres, en caso de necesidad, etc. Él permaneció perplejo frente a este uso de la Biblia.
Yo también soy de la idea de abrir el texto sagrado para encontrar una respuesta inmediata a las propias necesidades.
Si se escoge una página al azar, se puede correr el riesgo de tentar al Señor. La Biblia no es un libro mágico, pero contiene la revelación de Dios a los hombres. Una revelación progresiva, dentro de una historia, que culmina en Cristo, muerto y resucitado por nosotros.
La Biblia nos presenta la historia de la salvación, la relación de amor entre Dios y su pueblo. Volver a leer, de vez en cuando un pasaje, incluso al azar, de esta historia es algo bueno, pero debe hacerse con fe, sin implicaciones supersticiosas.
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La lectura debe además estar acompañada de la oración, y hecha en comunión con la Iglesia, pidiendo, en caso de necesidad, la ayuda del párroco o de una persona experta.
En la Nueva Biblia San Pablo, de la que habló el Papa un día en el Ángelus, hay un esquema para leerla toda en un año.
En la Escritura es Dios mismo que dialoga con nosotros. Esto sucede sobretodo en la liturgia. Por eso publicamos el Evangelio de cada día con un breve comentario. Para que, al comprender la Palabra de Dios, podamos ponerla en práctica.
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