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Desconfían de la justicia mexicana en crimen de misionero africano

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SIAME - publicado el 19/11/14
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El secretario provincial de los combonianos: “Nunca se ha hecho una denuncia porque sabemos que las cosas no se van a arreglar”

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Para los Misioneros Combonianos resultó impactante recibir la noticia de que uno de sus miembros fuera asesinado en el estado de Guerrero, pero tal es la desconfianza de esta congregación religiosa hacia la justicia mexicana que prefieren no hacer la denuncia correspondiente porque “meternos en cuestiones legales, no da ningún resultado”, según explica el secretario de la Provincia el padre Francisco Gómez Uribe.

“El misionero africano estaba a punto de recibir los documentos para su incardinación en la diócesis de Chilpancingo, Chilapa, cuando desapareció y, por varios meses se tuvo la esperanza de hallarlo con vida, pero no fue así”, explica  Gómez Uribe.
 
Es tal la descomposición social que se vive ahora en México, que para el padre Gómez Uribe resulta casi inverosímil que un sacerdote africano sea asesinado en este país, cuando lo más común es que los misioneros sufran persecución y muerte en países de otros continentes, como ocurre en la ciudad de Bangui, en la República Centroafricana, donde los religiosos sufren con estoicismo toda clase de persecuciones y permanecen en el lugar.
 
La prensa internacional fue la que dio a conocer el macabro hallazgo de los restos del misionero comboniano de origen ugandés John Ssenyondo, en una fosa clandestina del estado de Guerrero, mientras se buscaba entre esos restos los de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, y cuya identificación resultó para los Misioneros Combonianos “un golpe muy fuerte”, según el padre Francisco Gómez Uribe.
 
Indica en una entrevista con Desde la fe, que “el misionero africano estaba a punto de recibir los documentos para su incardinación en la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, cuando desapareció y, por varios meses se tuvo la esperanza de hallarlo con vida, pero no fue así”.

Los Misioneros Combonianos no hallan motivos para que privaran de la vida a su compañero; “tampoco se recibieron demandas para exigir el pago de un rescate ni nada parecido”, asegura el sacerdote.
 
El padre Gómez Uribe recuerda que trabajó un tiempo en la diócesis de Tuxtepec junto con el misionero ugandés, y lo recuerda como una persona a la que nunca le vio ninguna expresión agresiva, sino que trataba de aclimatarse a la mentalidad y la costumbres de México.

“Tal vez sus respuestas era un poco tajantes en su trato con los demás, pero no vemos que eso haya sido motivo para lo que le ocurrió; más bien, era sereno, accesible y transparente”, explica.
 
Aun con esta tragedia, los Misioneros Combonianos pretenden continuar sus labores en México, “estamos, de alguna manera, acostumbrados a esto. Nunca se ha hecho una denuncia porque sabemos que las cosas no se van a arreglar. Cuando un sacerdote fallece en tan trágicas circunstancias, no ordenamos una investigación. Pareciera una resignación pasiva, pero preferimos no involucrarnos en cuestiones legales porque no da ningún resultado”, explica el sacerdote.
 
Señala además que es difícil que un misionero pida salir de una zona de conflicto, “tal vez puede salir para arreglar asuntos personales, pero nosotros nos mantenemos serenos y tratamos de resistir hasta el final".

"Lamentamos mucho lo ocurrido, celebramos la Eucaristía no sólo por nuestro hermano sino por las víctimas de la violencia en nuestro país, que ha caído en esta ola de violencia tremenda, en donde los intereses personales a veces prevalecen por encima de los de la mayoría de la población”.
 
Refiere que entre los misioneros combonianos hay un dolor por esta pérdida, pero también hacen oración por los familiares.

“Él ya descansa porque le han hecho cumplir su misión en esta tierra. Más bien, lo sentimos mucho por la madre, el padre, y los hermanos; sabemos que tiene una hermana religiosa. Ellos permanecen en África a la expectativa”, explica, y esto aplica a la muy posible repatriación de sus restos mortales por trámite de la embajada de Uganda.
 
En estos momentos en que se viven tantas dificultades en México, “nosotros lamentamos mucho que falte el espíritu de fraternidad, que falte Dios en nuestras vidas. Nos falta respetarnos los unos a los otros. Lo que deseo es que realmente sigamos en la lucha, y esperamos en Dios que esto llegue a resolverse de la mejor manera posible”.
 
Artículo originalmente publicado por SIAME
 

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