Cineastas como Haneke muestran a una Europa en el umbral de la desesperación
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La iniciativa ha tenido lugar dentro del proyecto europeo Riseci (www.riseci.eu), la “Religión en la construcción de la identidad europea”, un consorcio de partners entre los cuales está el Observatorio Blanquerna de Comunicación, Religión y Cultura, la Universidad de Edinburgo, la Fundación Sigtuna en Suecia y el Museo del Cristianismo, en Eslovenia.
Juan Orellana, uno de los nombres más sólidos cuando hablamos de cine en el contexto hispano, expuso en este debate cómo el cine europeo está formado por “dos almas”. Para este profesor de la Universidad San Pablo-CEU de Madrid, el cine conserva una perspectiva nacida de la tradición greco-latina y judeo-cristiana. Y, por el otro, la que ha dado por finiquitada esa tradición y parte de presupuestos posmodernos nihilistas.
“En la primera galaxia están los herederos del neorrealismo italiano, directores de gran preocupación social y con una antropología de fondo positivo como los Hermanos Dardenne, Aki Kaurismaki, Susanne Bier, Fernando León o Ken Loach”, dijo.
La otra vertiente, la nihilista, tendría a su máximo representante en Michael Haneke, un cineasta que “quiere testimoniar el fin de una civilización, el final de una tradición sin que haya una en el horizonte que la sustituya”.
Si el cine europeo quiere seguir siendo lo que es y preservar su identidad, tiene que potenciar su “humanismo”, sentenció Orellana, que también dirige el departamento de cine de la Conferencia Episcopal Española.
La mesa redonda, que se encuadra dentro de la llamada “Muestra de CineEspiritual”, cuyo impulsor y alma es Peio Sánchez, director del departamento de cine del Arzobispado de Barcelona, ha reflexionado sobre la presencia de la cuestión espiritual en el cine europeo contrapuesta con el de Hollywood.
Sánchez dijo que “mientras que en el cine norteamericano lo espiritual-religioso, y concretamente cristiano, está presente de forma explícita en personajes, historias y temáticas, en el cine europeo se muestra sólo de forma implícita”. Así, por ejemplo, las escenas de bendición de la mesa son habituales en el cine Made in Usa mientras que en Europa sería un rasgo “inconcebible”.
Por su parte, el profesor y filólogo Josep Maria Sucarrats fue tajante en su afirmación sobre jóvenes y cine: “A los jóvenes no les interesa el cine europeo lo más mínimo”, y prosiguió: "Europa ha dejado de ser aquel centro cultural (político, económico, religioso, artístico) que daba al mundo una percepción de la humanidad a la altura del deseo de infinito de todo ser humano”. Para Sucarrats, “Europa es ahora un lugar de escepticismo, una península a la deriva, sin norte y con fecha de caducidad y los hombres se encuentran perdidos en una autonomía absurda”.
Poniendo como ejemplo la película “La grande belleza”, dijo que en ella se muestra “una Europa en el umbral de la desesperación a través de unos protagonistas que intentan llenar el vacío existencial en el que viven”. De todos modos, Sucarrats, con un tono optimista, vislumbró en el cine una “oportunidad” no sólo estética sino ética para colmar la búsqueda y apuntar a la humanidad y a su deseo de sentido.
En su intervención, la profesora y periodista Ninfa Watt hizo un suculento repaso de las películas que son premiadas en Europa, y se preguntó el por qué.
“Existe una vieja Europa que se desangra cargada de historia”. Películas como “Amor” de Michael Haneke o “Melancolía” de Lars von Trier “ponen de manifiesto las grandes preguntas y la necesidad de un discurso espiritual en un sentido amplio, de valores”, concluyó.
En la presentación intervinieron también expertos en la Nouvella Vague de los años 60 como Iván Bort, del CESAG de Mallorca, y la profesora Magda Sellés, de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna, que ilustró la presencia femenina en el cine europeo contemporáneo.
http://www.cinemanet.info/2013/11/barcelona-9-a-19-de-noviembre-x-mostra-de-cinema-espiritual/
www.riseci.eu
