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Diálogo entre un condenado a cadena perpetua y el Papa Francisco

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La Fontana del Villaggio - publicado el 27/11/14
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“Soy un “Sin Dios”. Hace muchos años fui arrancado del regazo de Dios. Hace mucho tiempo Le mandé lejos de mí y Él se fue. Usted, Papa Francisco, Le está haciendo volver”

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Carmelo Musumeci es un “hombre sombra” (así llaman, entre los presos, a las personas condenadas a cadena perpetua), confinado en la prisión de Padua (Italia), condenado a “muerte en vida”. Mantengo con él un intercambio de cartas y quiero compartir con vosotros una cosa muy bonita que me escribió – Padre Fabio Bartoli.
 
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Soy un “Sin Dios”. Hace muchos años fui arrancado del regazo de Dios. Hace mucho tiempo Le mandé lejos de mí y Él se fue. Usted, Papa Francisco, Le está haciendo volver.
 
Me impresionaron algunas frases del Papa Francisco en su discurso a la Asociación Internacional de Derecho Penal del pasado 23 de octubre de 2014, y decidí escribir algunas de mis consideraciones.
 
Papa Francisco: Vivimos en tiempos en los que, tanto por algunos sectores de la política, como por parte de algunos medios de comunicación, se incita a la violencia y a la venganza, pública y privada.
 
Un hombre sombra: Pienso que no conozco profundamente el amor de Dios, pero conozco bien el odio de los hombres, que me mantienen prisionero como un animal en la jaula.
 
Papa Francisco: Populismo penal, en este contexto, en los últimos diez anos se ha difundido la convicción de que a través de la pena pública se pueden resolver los problemas sociales más diferentes, como si para las enfermedades más diversas se recomendara el mismo medicamento.
 
Un hombre sombra: Los prisioneros, como yo, son fábricas de odio y es difícil mejorar a las personas con la violencia y el sufrimiento. La prisión, de esta forma, nos transforma en monstruos porque aquí no existe el amor. Si somos hombres, no podemos estar solos años y años encerrados en una celda, debemos estar junto a otros hombres mejores que nosotros.
 
Papa Francisco: Muchos jueces y trabajadores del sistema penal deben llevar a cabo su trabajo bajo la presión de los medios de comunicación de masa, de algunos políticos sin escrúpulos y de las rígidas amenazas que se encuentran en la sociedad.
 
Un hombre sombra: Estoy fuertemente convencido de que perdonar es más fácil que ser perdonado. El perdón nos hace amar al mundo, la amenaza nos hace odiar. El perdón es la mejor amenaza que una sociedad puede dar, porque de forma increíble hace salir el sentido de culpa por el mal hecho. Muchos no saben amar porque no son amados, otros tienen el amor en el corazón y no lo saben . Una persona que infringió la ley de Dios y de los hombres, para ser recuperada no debería necesitar barras de hierro, sino ser amada como una persona libre. Una persona, para dejar de ser deshonesta, necesita aprender a amar a todo y todos, porque quien ama, antes de todo, hace el bien a sí mismo, porque sólo el amor nos hace felices.
 
Papa Francisco: Todos los cristianos y los hombres de buena voluntad son, por tanto, llamados a luchar no solamente por la abolición de la pena de muerte legal, o ilegal, y en todas sus formas, sino por la dignidad humana de las personas privadas de libertad. Y esto, lo relaciono con la sentencia de cadena perpetua. En el Vaticano, desde hace poco tiempo, en el Código penal del Vaticano, ya no existe la cadena perpetua. Esta es una pena de muerte escondida.
 
Un hombre sombra: La cadena perpetua es una pena de muerte en gotas. Es equivocado decir que se parece a la pena de muerte, porque es mucho peor. En la  pena de muerte se sufre muerto, mientras que en la cadena perpetua se sufre vivo. Con la pena de muerte termina el castigo y la vida. Con la cadena perpetua inicia una agonía que durará por toda la vida. Los condenados a cadena perpetua viven destacados y alejados de todos los demás prisioneros, en nuestro mundo de soledad y sombra. Para nosotros, morir es lo más fácil y vivir, la más difícil. Sueño con frecuencia en ver un fin a la condena para tener un calendario en la celda y marcar los días, meses, años que pasan.

 
Papa Francisco: La forma de tortura es, a veces, la que se aplica mediante la reclusión en prisión de máxima seguridad. Como demuestran los estudios realizados por diversos organismos de defensa de los derechos humanos, la falta de estímulos sensoriales, la completa imposibilidad de comunicación y la falta de contacto con otros seres humanos provocan sufrimientos psíquicos como la paranoia, la ansiedad, la depresión y la pérdida de peso y aumentan sensiblemente la tendencia al suicidio. (…) Las torturas no son administradas solamente como medio para obtener un determinado fin, como la confesión, o la denuncia – prácticas características de la doctrina de la seguridad nacional – pero constituyen un auténtico plus de dolor que se añade a los males propios de la prisión.
 
Un hombre sombra: Muchas veces estoy cansado de hacer batir mi corazón entre cuatro paredes, prisionero en el fondo del abismo, herido por hombres de corazones sucios y de ficha penal limpia. Cansado de estar encerrado y solo, sin esperanza, siguiendo sueños, soñando despierto. Cansado de ser solamente una sombra que vive en la oscuridad esperando la muerte, pero continua procurando la vida y la luz. Cansado de existir, de escuchar mis lamentos que me penetran, me hacen daño, me destruyen.
 
Papa Francisco: Muchas de estas formas de criminalidad nunca podrían ser cometidas sin la complicidad, activa u omisa, de las autoridades públicas.
 
Un hombre sombra: A gran criminalidad organizada, financiera y política no podría existir sin la complicidad de una parte de los poderes fuertes.
 
Papa Francisco, la Comunidad Papa Juan XXIII, me ha colocado en la lista del grupo de personas que el próximo 20 de diciembre de 2014, en Ciudad del Vaticano con usted para el inicio de la causa de beatificación del padre Oreste Benzi (a quien conocí personalmente el la prisión de Spoleto). No creo que me dejen saludarle y no creo tampoco en un milagro, pero espero. Mientras tanto le envío un abrazo entre las barras de hierro.
 
Carmelo Musumeci, Prisión de Padua, noviembre de 2014
 
 

 

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