Tras el incendio intencionado de una iglesia de Delhi, centenares de cristianos se movilizan para que la policía investigue
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Cuatro focos de fuego, presencia de queroseno y de productos químicos,… la naturaleza criminal del incendio del lunes 1 de diciembre en la iglesia de San Sebastián de Delhi no deja lugar a dudas.
El altar, la sacristía y el coro están completamente devastados. Los feligreses, advertidos por el boca a boca y por SMS, se presentaron inmediatamente ante la comisaría central de la ciudad india reclamando una investigación.
Aunque el incendio se declaró a las seis de la mañana, los primeros agentes de la policía local no llegaron al lugar hasta tres horas más tarde, y empezaron a hablar de un “cortocircuito”.
Pero esa tesis era difícil de sostener a causa del olor a queroseno. Los investigadores finalmente llegaron al lugar a las cinco de la tarde.
La manifestación de un millar de cristianos se desarrolló pacíficamente. Acabó cuando el gobernador Najeeb Jung aceptó recibir a la delegación del cardenal Oswald Gracias.
Este acto “amenaza el desarrollo de nuestra nación”, declaró el cardenal, que pidió que “las autoridades aceleren significativamente sus investigaciones para encontrar a los culpables”.
Además, alentó a los cristianos a ir con cuidado porque “este tipo de incidentes son fuente de división y de desestabilización de la sociedad”.
El gobernador anunció el martes que un equipo especial se desplazaría al lugar para investigar sobre el incendio.
Se dirigió al ministerio de Obras públicas indio para reconsiderar la reconstrucción del edificio y anunció que “la policía se mostrará muy vigilante respecto a los lugares de culto de las minorías, en particular los de los cristianos”.
Desde la elección del nacionalista hindú Narendra Modi al puesto de Primer Ministro en mayo de 2014, la represión contra los cristianos en India ha empeorado.