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5 cosas que te ayudan a mantener viva tu fe

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Felipe Aquino - publicado el 08/01/15
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Sin fe es imposible agradar a Dios

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La Iglesia enseña que la fe es la virtud (teologal), “dada por Dios”, que nos lleva a creer en Dios y en todo lo que nos dijo y reveló, y que la Iglesia nos propone para creer.

Por la fe, “el hombre libremente se entrega todo a Dios”.

El cristiano busca conocer y hacer la voluntad de Dios, ya que “el justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17) y “sin la fe es imposible agradarle” (Heb 11,6).

La fe en Dios nos lleva a volvernos a Él como nuestro origen y nuestro fin, y a no preferir ni sustituirlo a Él por nada.

La fe es como una llama que necesita de combustible para mantenerse encendida.

Es como una planta que necesita de agua todo el día, sol y adobo, para crecer cada día. Te ayudará a mantenerla viva:

1. La oración

Para que la fe viva y crezca es necesario una vida de oración diaria, de intimidad con Dios, de amistad con el “divino Amigo”, compartiendo con Él todos los sufrimientos y alegrías”.

2. Las obras

La fe se vuelve fuerte cuando meditamos sus Palabras y obedecemos lo que Él ordena, sin miedo y sin disimulo.

3. La Eucaristía

Nuestra fe se fortalece cuando lo recibimos en la Eucaristía donde Él se da en el Pan para ser “alimento y remedio” para nuestra vida. Él dijo que quien come de su Carne y bebe de su Sangre “permanece en Él”, “vivirá por Él” y será resucitado en el último día.

4. El amor

La fe crece y se fortalece cuando se ama a Dios y al prójimo, pues la fe viva “actúa por la caridad” (GI 5,6). “La fe sin obras está muerta” (Tg 2,26); sin la esperanza y el amor la fe no une plenamente el cristiano a Cristo y no hace de él un miembro vivo de su Cuerpo.

5. La comunidad

La fe no es sólo algo individual, sino colectivo, es de la Iglesia. Muchos flaquean en la fe porque viven en “su” fe; pobre y débil. Tenemos que vivir en la fe “de la Iglesia”, todo lo que ella recibió de Cristo y nos enseña. Jesús le dijo a la Iglesia: “El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí” (Lc 10,16). Sólo tiene fe inquebrantable aquel que cree y vive lo que enseña la Santa Iglesia, Esposa del Señor, pues ella es Su “brazo extendido en nuestra historia”. La Iglesia nunca tuvo crisis de fe.

En cambio, la fe, el amor a Dios, lo apagan...

1. El pecado

Nuestros pecados. Entonces, luchar contra los pecados es el mejor medio para mantener encendida la fe.

2. El aburguesamiento espiritual

Una vida tibia (relajamiento espiritual), mata la fe. Dar importancia a la confesión, sin demora, siempre que el pecado asalte nuestra alma.

3. El orgullo

Nada de auto piedad y falso orgullo, corramos de prisa al sacerdote de aquel que derramó su Sangre para perdonarnos en cualquier momento. No permitamos que la hierba dañina del pecado mate la planta de la fe en el jardín del alma.

Renovar cada día la confianza

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No-Te Eksarunchai | Shutterstock

Para mantener encendida la fe es necesario renovar cada día nuestra confianza en Dios, abandonar la vida en sus manos como el niño que se abandona en los brazos de la madre y no se preocupa.

Vivir en la fe significa conocer la grandeza y la majestad de Dios, y entonces, vivir en acción de gracias por todo lo que somos y que recibimos de Él.

¿Y qué tienes que no hayas recibido? (1Cor 4,7). “¿Cómo retribuiré al Señor todo el bien que me ha hecho?” (SI 116, 12).

Vivir en la fe significa confiar en Dios en cualquier circunstancia, incluso en la adversidad. Como decía Santa Teresa: “Nada te turbe, nada te espante, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta. ¡Sólo Dios basta!”. “Sabemos, además, que Dios dispone, todas las cosas para el bien de los que lo aman” (Rom 8,28).

La fe exige también dar testimonio de Cristo. “Al que se ponga de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi Padre de los Cielos. Y al que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los Cielos”. (Mt 10, 32-33).

Cuanto más se ejercita la fe, más crece en nosotros y se fortalece; cuanto menos la ejercitemos, más se volverá raquítica.

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