La increíble historia de Martin Pistorius enseña que “desconectar” puede revelarse una elección despiadada
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Un regreso vencedor a la vida. Se puede definir así la historia del sudafricano de 39 años, Martin Pistorius. Durante 12 años vivió en estado vegetal después de que a la edad de 12 años contrajera una forma de meningitis de la que no se repuso de las consecuencias de la infección.
Todo comenzó con un dolor de garganta
Todo sucedió en 1988, cuando el chico de 12 años, Martin, volvió de la escuela con un fuerte dolor de garganta, los padres no pensaron ciertamente que se tratara del inicio de una verdadera pesadilla. Según los médicos, el chico había sido afectado por una meningitis criptocócica y una infección en el cerebro, que lo llevó a un estado de coma.
La salida del coma
Una vez que salió del coma, dos años más tarde, escribe Il Sussidiario.net (14 de enero), los médicos no garantizaron grandes esperanzas a los padres de Martin: “Permanecerá para siempre con el cerebro de un niño de tres años, cuídenlo hasta que muera”. Y así, Rodney Pistorius comenzó a atender al hijo como nunca lo había hecho incluso en los primeros meses de vida, cada día, mientras las primeras terapias de rehabilitación, en centro especializados, no parecían aportar grandes efectos.
Mandela y Lady Diana
Con el tiempo, Martin comenzó a ser cada vez más conciente. “Recuerdo perfectamente de haberme dado cuenta de la elección de Mandela como presidente de Sudáfrica y de la muerte de Lady Diana – cuenta el hombre – pero no lograba comunicar con los demás. Me sentía prisionero de mi propio cuerpo, como si fuera un cuerpo extraño en hormigón”.
Increíble mejoría
En 2001 hubo un cambio milagroso, Martin tiene casi 25 años y un aromaterapeuta se da cuenta de la reacción a los olores del muchacho. Algunos estudios más profundizados vuelvieron evidente que la actividad cerebral del joven estaba mejorando y los especialistas establecieron terapias concretas de rehabilitación. En poco tiempo, Martin aprendió a comunicar a través de instrumentos especiales, pero no sólo: volvió a aprender también a leer y a escribir.
El trabajo y el amor
En pocos años, la situación mejoró sensiblemente, Martin se volvió activo, y trabajó primero en el mismo centro que lo había acogido, luego se interesó en los estudios de informática hasta volverse un diseñador gráfico. En 2008 llegó también el amor: Joanna, una asistente social conocida en Inglaterra. La mujer cuenta su enamoramiento: “He trabajado con personas discapacitadas durante mucho tiempo, pero Martin era diferente. Me cortejaba, y lo hacía con gracia. Nos casamos a final del 2009 y odio cuando se dice que yo soy su ayudante, yo soy su esposa”.
Desconectar no es la solución
Para Giovanni D’Agata, presidente de “Sportello dei Diritti”, a la luz de esta historia es evidente no sólo el difícil camino de las personas en estado vegetal y sus familias sino también que no somos capaces de encuadrar con precisión a un paciente en estado vegetal persistente. Este es un aspecto fundamental cuando se evalúan todos aquellos casos difícilmente diagnosticables, ese número cada vez mayor de Terri Schiavo y Eluana Englaro para los cuales “desconectar” parece para algunos ser la solución más sencilla, aunque en realidad es muy probable que sea la más despiadada (Agorà magazine, 14 de enero).