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Los 20 libros preferidos de Papa Francisco

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Maria Paola Daud - Aleteia Team - publicado el 03/02/15
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Dostoyevsky, Borges, Manzoni y san Agustín, algunos de los autores

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A Papa Francisco le encanta leer, fue él mismo quien habla repetidamente de su pasión, sabemos que cuando viaja en su bolso negro inseparable con la afeitadora, el breviario y la agenda, siempre lleva un libro. Pero ¿cuáles son sus gustos literarios y sus autores favoritos?

El mismo papa nos responde indirectamente esta pregunta a través de la larga entrevista concedida un tiempo atrás al director de la Civiltà Cattolica, el jesuita Antonio Spadaro.

Me he afeccionado a autores muy diferentes entre sí. Amo muchísimo a Dostoyevski y Hölderlin. De Hölderlin me gusta recordar aquella poesía tan bella para el cumpleaños de su abuela, que me ha hecho tanto bien espiritual. Es aquella que termina con el verso Que el hombre mantenga lo que prometió el niño.

Me impresionó porque quería mucho a mi abuela Rosa y en esa poesía Hölderlin pone a su abuela junto a María, la que dio a luz a Jesús, al que él consideraba el amigo de la tierra que no consideró extranjero a ningún viviente.
Gracias a la abuela Rosa, Francisco también ha conocido la obra de Nino Costa: con su poesía representativa del Piamonte, que el Papa conoce de memoria, ya que cuando era un niño su abuela le enseñó el dialecto Piamontés.

Continuando con los autores italiano Bergoglio ha declarado de haber leído ya tres veces “Los Novios” de Alessandro Manzoni y que todavía lo tiene en su mesita para volver a leerlo de vez en cuando. «Manzoni me ha dado tanto », dice, recordando una vez más a su abuela, «cuando era niño, me enseñó de memoria el comienzo de este libro: “El brazo del lago de Como que se dirige al mediodía entre dos cadenas ininterrumpidas de las montañas … “.»

Como Los Novios, el Papa leyó también tres o cuatro veces la “Divina Comedia”, el viaje imaginario de Dante en los tres reinos del más allá (Infierno, Purgatorio y Paraíso).

Acerca de novelas, otro de los libros favoritos del pontífice es “El Amo del Mundo” del Robert Hugh Benson, sacerdote anglicano, hijo de un arzobispo de Canterbury, que se convirtió al catolicismo. La novela, en la que el autor teme la desaparición de la fe cristiana debido a la influencia del relativismo.

El papa Francisco nos dice que en general le gustan los artistas trágicos, especialmente los más clásicos. «Hay una bella definición que Cervantes pone en boca del bachiller Carrasco haciendo el elogio de la historia de “Don Quijote de la Mancha”: “Los niños la traen en las manos, los jóvenes la leen, los adultos la entienden, los viejos la elogian”. Esta puede ser para mí una buena definición de lo que son los clásicos».

Por supuesto, entre muchos títulos, en la biblioteca de Bergoglio hay lugar para los libros religiosos. Los “Ejercicios Espirituales” de San Ignacio de Loyola, en primer lugar, el fundador de la orden de los jesuitas a la que pertenece. Y luego, entre muchos: “Las Confesiones” de San Agustín; “Teresa de Lisieux,  vida y  actualidad” de René Laurentin, dedicada a la monja carmelita, dramaturga mística conocida como Santa Teresa del Niño Jesús (o Santa Teresa), a la que el Papa es muy devoto.

También “Pedro y Magdalena” de Damiano Marzotto: un ensayo sobre la colaboración entre mujeres y hombres en el Nuevo Testamento, sobre la originalidad e la importancia el papel de la mujer en el proceso de evangelización, a la que llamó “un libro hermoso.”

No podemos olvidar en esta lista destacada de libros a Gerard Manley Hopkins, considerado uno de los fundadores de la poesía Inglesa, “Tarde he llegado a amarte” una novela de formación y conversión de Ethel Mannin, una reflexión sobre la relación entre los hombres con Dios, que debe el título a una cita de las Confesiones de San Agustín. Un libro que en su entonces el profesor Bergoglio hacía leer a sus alumnos del Colegio de la Inmaculada en Santa Fe, Argentina.

De esta experiencia como profesor tratando de motivar a sus alumnos a la lectura creativa, nos narra una anécdota con Jorge Luis Borges, un agnóstico que todas las noches rezaba el Padre Nuestro porque se lo había prometido a su madre.

«Fue una cosa un poco atrevida —nos cuenta Francisco—. Quería encontrar la manera de que mis alumnos estudiasen El Cid. Pero a los chicos no les apetecía. Me pedían leer a García Lorca. Entonces decidí que estudiaran El Cid en casa y que en clase yo hablaría de los autores que les gustaban más. Naturalmente los chicos querían leer obras literarias más “picantes”, contemporáneas, como La casada infiel o clásicas, como La Celestina de Fernando de Rojas.

Pero leyendo estas cosas que les resultaban entonces más atractivas, le cogían gusto a la literatura y a la poesía en general, y pasaban a otros autores. Y a mí me resultó una gran experiencia. Pude acabar el programa, aunque de forma no estructurada, es decir, no según el orden previsto, sino siguiendo el que iba surgiendo con naturalidad a partir de la lectura de los autores.

Esta modalidad se me acomodaba muy bien: no era de mi agrado hacer una programación rígida, todo lo más conocer, poco más o menos, a dónde quería llegar. Y entonces empecé a hacerles escribir. Al final decidí pedir a Borges que leyera dos narraciones escritas por mis chicos. Conocía a su secretaria, que me había dado clases de piano. A Borges le gustaron muchísimo. Y me propuso redactar la introducción de una recopilación».

Entre las obras argentinas podemos encontrar el poema épico “Martín Fierro” de José Hernández, que da forma al deseo de una sociedad en la que todos encuentran su lugar: el comerciante porteño, el gaucho del litoral, el pastor del Norte, el artesano del Noreste, el aborigen y el inmigrante. Otra obra interesante y bastante compleja es “Adán Buenosayres” de Leopoldo Macheral donde se narra el simbólico viaje de tres días del poeta Adán al interno de la geografía de un Buenos Aires metafísico.

En realidad la biblioteca de papa Francisco es muy rica y extensa, pero para adentrarnos un poco en su vasta lectura podemos comenzar tomando ejemplo de la colección editorial que padre Spadaro realizó conjuntamente con un conocido periódico italiano Il Corriere de la Sera. La Biblioteca di Papa Francesco.
Estas son las obras que comprende esta colección:

1. “Tarde he llegado a amarte”, Ethel Mannin
2. “El amo del mundo”, Robert Hugh Benson
3. “Memorias del subsuelo”, Fëdor Dostoevskij
4. “El otro, el mismo”, Jorge Luis Borges
5. “Ejercicios espirituales”, San Ignacio de Loyola
6. “La más querida frescura”, Gerald Manley Hopkins
7. “Meditación sobre la Iglesia”, Henri de Lubac
8. “Odas”, Friedrich Hölderlin
9. “Sobre el sacerdocio”, San Agustín
10. “Memorial”, Pierre Favre
11. “Cien poesías”, Nino Costa
12. “Los novios”, Alessandro Manzoni
13. “Martin Fierro”, José Hernández
14. “Agustín o el Maestro está aquí”, Joseph Malègue
15. “Eneida”, Virgilio
16. “La oposición polar”, Romano Guardini
17. “El divino impaciente” José María Pemán
18. “Relato del Peregrino”, San Ignacio de Loyola
19. “De la edad feliz”, Jorge Milia
20. “Megafón, o la guerra”,  Leopoldo Marechal

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