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“Era preciso que murieras, mi amor…”

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Edizioni San Paolo - publicado el 08/02/15
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Habla el esposo de Chiara Petrillo, la joven italiana que murió de cáncer por salvar a su hijo

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Este es el prefacio que Enrico Petrillo, esposo de Chiara Corbella, ha escrito para la primera biografía autorizada sobre esta joven madre italiana que eligió no someterse a tratamiento contra el cáncer para salvar la vida de su hijo, y que murió en 2012. El libro acaba de publicarse en Italia por Edizioni San Paolo y sus autores son Simone Troisi y Cristiana Paccini: Siamo morti e non moriremo mai più (Hemos muerto y ya no moriremos más).
 
Estoy aquí, ahora, en tu cuarto; en tu último cuarto. Dormiste aquí sólo una noche y es ahora tu cuarto. Fue aquí donde las puertas se abrieron; fue aquí donde Él vino, en persona, a tu encuentro. Este es el cuarto donde tus ojos, apasionados, finalmente se reencontraron (Chiara había perdido un ojo a causa del cáncer, n.d.t.). Estoy aquí, en este lugar sagrado, recordando un poco.
 
Sólo ha pasado un año desde esa última y única misa que se celebró en este cuarto. Me conmuevo con tanto amor recibido y dado, siempre juntos, y me descubro de nuevo apasionado por ti y por Él. Tal vez sea muy fácil, ahora, para mi, porque me quedé muy bien nutrido. Yo saboreé la miel celestial. Fue aquí donde El nos dijo, en el Evangelio de esa última Misa: "Vosotros sois la sal de la tierra y la luz do mundo". Fue y sigue siendo su mandato: "Id por el mundo y anunciad el Evangelio".
 
Diste todo lo que podías: la vida
 
Hay mucha gente que te ama de una forma extraordinaria, que te sienten en medio de los sufrimientos y que te rezan como si tu santidad ya estuviera reconocida. Yo quisiera redimensionarlos, pero yo mismo no tengo ninguna duda de que eres santa. El “imprimatur” de nuestro Señor es tu felicidad, como si Él dijera: "Yo pasé por aquí; esto es cosa mía ".


 
Sabes, amor mío, nuestro amor continua engendrando hijos (el padre Vito me hizo notar eso). Tenemos tantos que no consigo recordar los nombres. Son hijos no en la carne, pero aún así hijos; hijos en el Señor. Espero que Francesco (el único hijo vivo de ambos, n.d.t.) me disculpe porque no guardé su regalo, la carta que tu escribiste para su cumpleaños. Yo también, un poco, escribí esa carta, y creí que tenía que dársela a ellos, a los hijos más distantes. Espero no haberme equivocado. Yo creí que no le quitaría tu amor por Francy; el es tu hijo en la carne.
 
Sabes… Hay también mucha gente que preferiría que no hubieras existido, porque no es fácil dejarse escrutar por Dios a través de ti, de tus ojos, de tu parche, de tu sonrisa, en tu belleza Él está siempre presente. Por eso este libro es necesario. ¡Es un libro sobre ti, amor mío! ¡Todavía estamos sorprendidos! Un libro que no es para explicar la verdad, porque la verdad se sabe explicar muy bien sola, ni para hacer propaganda de ti (como mucha gente querría). Nunca existe verdad plena en quien quiere vendernos alguna cosa, pero tu sí, tu puedes decirla, porque diste todo lo que podías. Tu diste la vida.
 
Era preciso que murieras, mi amor…
 
Era preciso que murieras, mi amor, era preciso. Para que los ciegos vean, para que los sedientos beban, para que los soberbios sean dispersados en los pensamientos de su corazón y para que el pueblo de Dios sepa que la esclavitud acabó y que el Rey ya viene en su gloria. Este libro es simplemente para dar testimonio, a quien quiera abrir el corazón, de que Dios es bueno y de que es posible morir felices.
 
Este libro es principalmente para mi, para que yo no olvide. Yo vi, por pura gracia de Dios, lo que muchos profetas y reyes quisieran ver y no vieron. Sería culpable si me callase. Tengo que dar testimonio. Yo desde aquí y tu desde allí, ahora, unidos en un amor que para nosotros es nuevo, diferente, pero, con certeza, no se ha vuelto más frágil.


 
Para escribir este libro, pensé en Simone y Cristiana: ¿quién mejor que ellos, amigos íntimos con quienes compartimos tantos secretos de nuestra alma, caminando juntos en la misma dirección, hablando en la misma lengua, testigos directos, ellos también, de esta historia maravillosa? Pensé en ellos y creo que hice bien.
 
Habría sido bueno escribir yo mismo, pero en un raro momento de honradez, me dije: "¿Pero cuando, Enrico? Todavía no sabes en qué cajón tienes los calcetines y en cuál los calzoncillos! Mejor ellos". Ellos son perfectos. Yo compartí esta idea con el padre Vito y él la bendijo. Y entonces los elegí. Ellos rezan, tienen un corazón puro y desean el bien. Siempre estuvieron allí, desde que les conocimos en Asís, de novios. Nosotros en su boda y ellos en la nuestra, un mes después.
 
Este libro habla de ti, de nosotros y de cómo ama Dios
 
Estaban allí rezando por nosotros en la puerta cuando nacía María y después en su “funeral”; estaban allí cuando nació Davide y de nuevo en su “funeral”; estaban siempre allí, en el bautizo de Francesco y finalmente en nuestra Pascua, cuando todo se cumplió. ¿Quién mejor que ellos podía escribir este libro?
 
Simone, que ha estudiado editorial, tenía todos los papeles en regla para escribir de forma eficaz tu relato; Cristiana, la amiga con la que más que otras compartías la fe. Ella conoce algunos secretos de tu corazón… Conversaciones entre mujeres de inteligencia superior. Cuánta belleza, cuanta Providencia.
 
Y así lo han logrado. Les ha costado mucho, han rezado juntos todas las mañanas antes de empezar a trabajar, han escuchado horas y horas de testimonios recogidos entre los amigos más cercanos. Han transcrito y reunido todo con cuidado y han acabado por escribir, no un libro romántico sino un primer libro que habla de ti, de nosotros y sobre todo de Dios, de cómo Él ama.
 
Es solo un primer libro, ya sé que se escribirán muchos otros, en muchos idiomas. Me has dicho frases fuertes como tomos de teología. Quien sabe si cuando me las decías te dabas cuenta… Yo creo que sí. Diligentemente me las apuntaba para no olvidar. Sí, para no olvidar.
 

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