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Ocho maneras de comprender a los demás

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Javier Ordovás - publicado el 11/06/15
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¿El jubileo de la misericordia que pide Papa Francisco es el de la comprensión?

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La humanidad entera necesita acogerse a la misericordia de Dios y cada uno particularmente deseamos esa misericordia divina para nosotros mismos.

La misericordia es la compasión de nuestro corazón ante la miseria espiritual o material de otro.

¿De qué forma podemos difundir ese espíritu de misericordia? Hay diversas maneras; una de ellas, que podemos practicar y difundir cada día en nuestro entorno, es tratar de comprender a los demás.

Cada día nos brinda muchas oportunidades de ponernos en el lugar del otro para comprenderle mejor.

Todos tenemos la necesidad de encontrar a alguien que escuche y comparta nuestros sentimientos e ideas en un momento determinado. Todos sentimos esa necesidad interior de ser comprendidos  por los demás. 

¿Pero somos capaces de comprender a los demás: esposos, hijos, parientes, amigos, vecinos, colegas,…? 

Nos hace mucha falta el valor de la comprensión para manejarnos bien con los que nos rodean. Simplemente saber escuchar con la actitud de comprender.

En la Universidad teníamos un profesor que amigablemente llamábamos “el mejor amigo del hombre”, porque inspiraba confianza y sabía escuchar; muchos alumnos le contaban sus problemas; él les escuchaba serenamente y muchas veces no les respondía nada o daba una sencilla respuesta tranquilizadora del tipo: “tu problema tiene solución”.

Sorprendentemente el alumno se sentía aliviado; seguramente por sentirse escuchado.

– Para comprender a los demás, primeramente tenemos que conocer nuestras propias debilidades, aceptarnos y perdonarnos a nosotros mismos.

– Aprender  a escuchar poniendo los cinco sentidos de manera que el interlocutor esté seguro de nuestro interés por él.

– Preguntarnos que haríamos y como reaccionaríamos nosotros al encontrarnos en  la misma situación.

– No hacer juicios prematuros; primero se deben conocer todos los aspectos que afectan a la situación, hay que preguntar. Preguntando demostramos nuestro interés.

– Aceptar que frente a un mismo hecho, las personas reaccionan de forma diferente

– Tranquilizar, serenar, restar importancia y  minimizar el problema, al menos, en ese momento.

– Comprender no es lo mismo que compartir. No debo ceder en mis principios.

– Buscar las posibilidades y opciones de solución. Es la parte más activa de la comprensión, pues no nos limitamos a escuchar y saber que sucede. Si es oportuno, en ese momento, aconsejar. “Te comprendo, ¿qué solución podemos buscar?”

Ya se ve que comprender es mucho más que tolerar o soportar. Es todo lo contrario de juzgar, criticar, culpar, ridiculizar, avergonzar o ironizar.

Comprender es disculpar. Cristo nos disculpó a todos cuando desde la cruz dijo:”Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”

Si en el jubileo de la misericordia, cada cristiano practica  la compasión y la comprensión, estamos reflejando la misericordia de Dios.
 
 

 

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