Stephen Curry acostumbra a golpear su pecho y apuntar con el dedo al cielo cuando está en la cancha
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A pesar de su rendimiento, las grandes escuelas no le habían concedido ninguna beca por su físico considerado demasiado frágil. La universidad de Davidson, menos famosa, no se arrepiente de haber aceptado a este alumno: desde su primera temporada, 2006-2007, con los Wildcats de Davidson, ayudó a su equipo a obtener un remarcable balance de 29 victorias por solo cinco derrotas.
El joven fue honrado con una de las mayores recompensas individuales, tras ser seleccionado para defender los colores de los Estados Unidos en el Campeonato del mundo con menos de 19 años en Serbia.
Obstáculos y coraje
En 2009, Stephen Curry firmó su primer contrato profesional con los Golden State Warriors por 12,7 millones de dólares. Continuó ganando títulos individuales, entre ellos el Sportsmanship Award, recompensando su juego limpio.
Pero su carrera tomó un giro crítico a partir de 2011. Herido en el tobillo y después en los ligamentos, intentó jugar la temporada a pesar de todo, y realizó numerosas idas y venidas entre la cancha y la enfermería.
En la temporada 2011-2012 sólo pudo participar en 26 de 66 partidos, adquiriendo una reputación de jugador físicamente frágil. Los Warriors le renovaron sin embargo su confianza. Y con razón, porque durante la temporada 2012-2013 se impuso como uno de los mejores jugadores de la liga.
Él habla con franqueza de los obstáculos que tuvo que superar. “Todo sucede por una razón”, afirmó cuando le entregaron el premio de mejor jugador de la NBA.
“Todo tiene una historia, y hay que tomarse tiempo para darse cuenta de cuál es tu sueño y qué es lo que quieres realmente en tu vida”, declaró. “Ya sea en el deporte o en otro ámbito, tienes que tomar conciencia de que siempre hay que trabajar para triunfar”.
Al ser nombrado "mejor jugador de la NBA", respondió "soy un humilde siervo de Dios".
El dedo apuntando al cielo
Para él, 2015 ha sido una consagración: los Warriors, de los que ahora es el líder, viven una temporada histórica: 67 victorias por sólo 15 derrotas.
El deportista tuvo palabras para su familia, su padre –también en la NBA durante 16 años- y a su madre, dando la clave de un gesto que realiza a menudo en la cancha: “me golpeo el pecho y apunto al cielo, esto simboliza que tengo un corazón para Dios, es algo que nos hemos encontrado con mi madre cuando yo estaba en la universidad”, explicó.
“Lo hago cada vez que entro en la cancha para recordar por quién juego –añade-. La gente debe saber por qué soy quien soy, por mi Señor y Salvador”.