Un acontecimiento de primera magnitud dos años después de la consagración del Líbano y de todo Oriente Medio al Corazón Inmaculado de María
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Los libaneses no están dispuestos a olvidar la visita de la Virgen de Fátima, de Portugal, que acaba de finalizar triunfalmente su periplo de cuatro días (del 12 al 16 de junio) al país, una república sin presidente desde hace más de un año y presa de conflictos regionales con más de un millón de refugiados en su territorio.
“Introducida como una paloma de la paz o un perfume de incienso al interior del Parlamento”, informa L’Orient le Jour, nada más cruzar el umbral de la entrada la estatua suscitó un gran revuelo; los diputados eran excepcionalmente numerosos ese día y le reservaron una gran acogida en el edificio, donde fue “ametrallada” por miles de cámaras de fotos de teléfonos móviles.
Aunque algunos diputados han calificado su presencia como “imprevista” reprochando una “confusión entre los dos órdenes temporal y espiritual”, la mayor parte, al contrario, vivió una “misteriosa y gozosa llamada”: artística para algunos, espiritual para otros.
La paz gracias a María
Antes de su visita al Parlamento, la estatua de la Virgen fue llevada en procesión a través de la plaza de los Mártires e instalada en la gran nave de la catedral de San Jorge de los maronitas, en Beirut.
El arzobispo de la diócesis, monseñor Boulos Matar, desgranó sus virtudes implorándole que guarde al Líbano y obtenga, por su oración, “el entendimiento, la reconciliación y la unión de los corazones” en la región; en los países cercanos, en Siria, Irak, Yemen, Palestina, Libia, dijo.
“Tú también tienes hijos que discuten y luchan entre sí, que matan basándose en su pertenencia religiosa, pero ese no es el Oriente de las revelaciones (···), este Oriente tan querido por tu corazón”, le rezó.
“Pedimos para todos los responsables políticos la misericordia y la ternura de corazón, para que dejen sus armas y vuelvan a unirse”, continuó el prelado.
“Todos estamos hechos a imagen de Dios, todos amamos la vida –añadió-. Todos queremos la paz, todos tenemos el derecho a vivir en paz juntos (···); eleva nuestra oración a la Santa Trinidad, sé nuestra ayuda siempre”.
La estatua de la Virgen ha viajado por el Líbano del 12 al 16 de junio, “un acontecimiento religioso de primera magnitud”, dos años después de la consagración del Líbano y de todo Oriente Medio al Corazón Inmaculado de María, que fue retomada el pasado 14 de junio al final de la misa ante la estatua por el patriarca maronita Béchara Rai y la multitud de fieles en el santuario de Harissa.
Durante sus apariciones en Fátima en 1917, la Madre de Jesús anunció la expansión del comunismo, la Segunda Guerra Mundial y el atentado contra el papa Juan Pablo II perpetrado en 1981.
A los tres niños que pudieron verla, la Virgen les pidió la consagración del mundo a su Corazón Inmaculado, algo que no se cumplió hasta 1985.
El acto de consagración del papa Juan Pablo II se reproduce hoy en países y continentes, en la promesa de que “se dará la paz al mundo” con “el triunfo de su Corazón Inmaculado”.