El lazo, las arras, el anillo, el velo y el color blanco tienen un significado específico que pocos católicos conocen
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A lo largo de la historia el sacramento del Matrimonio se ha enriquecido con diversos signos. Cabe aclarar que ninguno de ellos es obligatorio ni su ausencia invalida el Matrimonio ya que éste se cumple cuando se ha hecho constar que se hace libre, voluntariamente, que no existe ningún impedimento, y cuando los contrayentes han hecho las promesas o votos.
Uno de los primeros signos utilizados fue la alianza o anillo que se usaba ya en el ambiente romano o judío como signo de contrato. Es interesante mencionar que en un tiempo, el hombre entregaba a la esposa el anillo, pero no como adorno, sino como sello, ya que con él se sellaban las arcas y cajones que contenían las despensas y provisiones y, así, se evitaba que los esclavos los robaran. Esto significaba que el esposo entregaba el menaje a la esposa y, por lo tanto, no se utilizaban las arras. El cristianismo lo convirtió en signo de fidelidad. En el siglo I era de hierro y no llevaba piedra, pero en el segundo ya era de oro.
Cuando el anillo dejó de ser un sello surgió la necesidad de un signo que representara la obligación del hombre por ofrecer el patrimonio y sustento del hogar y, al mismo tiempo, la responsabilidad y cuidado de la mujer para que éste se utilizara en forma responsable. Inicialmente se usaron monedas de uso corriente que después se convirtieron en las arras actuales, con ningún valor económico y sólo simbólico. Y, lamentablemente, el pensamiento mágico y supersticioso de los vendedores y el poco pensamiento crítico de los compradores han hecho que sean trece. Actualmente esta tradición no refleja la realidad ya que, en muchas ocasiones, también la mujer se encarga de conseguir el patrimonio y el hombre de conservarlo.
En cuanto al lazo, es interesante mencionar que es una tradición propia de México derivada de los rituales prehispánicos de matrimonio en donde el sacerdote anudaba el calzón del hombre al huipil de la mujer para significar su unión. Los primeros misioneros utilizaron su estola y posteriormente se fabricaron lazos de diversos materiales.
La costumbre del vestido blanco en las bodas es relativamente moderna. En los orígenes del cristianismo no había un color preferido para la ceremonia. En Roma era muy utilizado el color naranja. Se evitaba el color negro, utilizado en ceremonias de duelo y, el rojo, relacionado con las prostitutas. A partir del siglo XIX el color blanco se hizo muy popular debido a que, en 1840, la reina Victoria eligió ese color para su enlace con Franz Karl August Albert Manuel von Sachsen-Coburg und Gotha, mejor conocido como Alberto de Sajonia-Coburgo. La fotografía oficial de la boda se difundió a tal grado que se impuso como moda nupcial y, algunos grupos religiosos, comenzaron a darle el sentido de pureza o virginidad. Sin embargo, en las regiones de India o China algunas novias eligen el color rojo por su significado de prosperidad o buena suerte aunque, por influencia occidental, muchas mujeres también se casan de blanco.
La cauda o cola comenzó a significar la fecundidad y descendencia de la pareja. Como para las mujeres era regla entrar a la iglesia con la cabeza cubierta, el velo de la novia cubría su cabeza, pero también el rostro. Y, en algunos rituales, la novia está velada hasta que el esposo le descubre el rostro como signo de que solo él tiene el derecho de conocer la intimidad de su mujer. Actualmente el color blanco también se utiliza en segundas nupcias o aunque no se haya conservado la virginidad. La Iglesia no lo exige.
Artículo originalmente publicado por SIAME