Disney-Pixar vuelve a dejarnos con hambre de más
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Poco a poco la nueva película de Pixar va convenciendo y conquistando a público y crítica erigiéndose como una de las mejores películas del año.
Inside Out nos cuenta la historia de Riley, una niña que está a punto de irrumpir en la adolescencia. Debido al trabajo de su padre, tendrá que mudarse de Minnesota a San Francisco, con todos los conflictos que suelen generar las mudanzas, especialmente para una niña de su edad: nuevo colegio, nuevas amistades… Aunque los verdaderos protagonistas son las cinco emociones que están en su cabeza: alegría, tristeza, miedo, asco (disgust en inglés) e ira.
Si el adulto mantiene su niño interior a flor de piel, Inside Out termina colándose sin permiso bien adentro. Se nota que es un proyecto muy pensado que bebe de muchas disciplinas (psicología, filosofía…); toda la película está determinada por un realismo imaginario que no deja de generar sorpresa y agradecimiento durante todo el metraje. Sorpresa por el genio visual creativo que supone esta película y agradecimiento porque de alguna forma parece estar llevándonos a nuestra infancia mientras ilumina nuestro presente como sin pretenderlo.
Tanto el adulto tímido que analiza y disfruta en silencio el visionado, como la niña de 8 años que no ha parpadeado ni un momento mientras come palomitas dulces, salen del cine con el lenguaje cambiado. Si hay un adulto que prefiere no hacerse el ya mítico selfie con el póster de la película, pensamos que es “miedo” quien está pilotando la mente; pero si al salir nos cruzamos con una zona pestilenta es “asco” quien estamos usando. Dos generaciones distintas se descubren usando terminología de la película que antes no usaban. Y esto solo ocurre cuando te has topado con algo grande.
Es impresionante cómo una película puede ayudarnos a entender por qué nos comportamos como lo hacemos. Sin embargo, se intuye, a veces, cierto reduccionismo a la hora de explicarnos cómo funciona la mente humana; algunos podrían echar de menos “sorpresa”, otros pueden sentirse tentados de acusarla de falta de “transcendencia” pero ninguno de ellos puede negar el bello impacto que genera en quien tiene su humanidad a flor de piel… Aunque todo esto, si lo piensan con calma, es salvable si Inside Our se convierte en la primera parte de una saga que arranca con mucha, mucha fuerza.
Como he dicho en otro medio ( http://www.pantalla90.es/2015/del-reves/), las historias son experiencias que impulsan el cambio. Y esto Pixar lo tiene muy claro desde el principio. Se dice que Buscando a Nemo surgió porque su director John Lasseter, (actual presidente de Disney) no dejaba que su hijo jugara con libertad en un parque cercano a su casa; temía que se hiciera daño al caerse. Ese es el mismo conflicto que tiene el padre de Nemo (Marlin) y más aún cuando su hijo tiene una aleta más corta que la otra, como le pasaba a Nemo.
En Up, se nos cuenta la historia de un viudo incapaz de superar la muerte de su mujer, en Brave una joven desea escapar de su destino, Wall-e profetiza un mundo centrado en el consumismo y con Inside Out se nos invita a ir más al fondo de las emociones. ¿Hay alguien todavía que al ver una película de animación (sí, con dibujos animados) piense que es solo para niños y que no pueden atrapar también al adulto?
De alguna forma somos todos un poco como Ego, el terrible crítico culinario de la maravillosa Ratatouille; tenemos nuestro mundo creado, planificado y controlado (o creemos tenerlo). Y Inside Out, como cualquier película de las buenas de Pixar, es como Remy, esa rata cocinera que consigue de forma inesperada romper esquemas, convertirse en un bello imprevisto y lograr, como sin pretenderlo, un mundo mejor.
¡No se la pierdan!