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Me he casado… ¿he renunciado a mi libertad?

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Orfa Astorga - publicado el 01/09/15
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Nuestra naturaleza al servicio de la mejor expresión de la libertad: el amor

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Cuando niña, mi ideal de libertad estaba graficado por las grandes hazañas de aventureros que partían hacia lo desconocido, descubriendo, conquistando nuevos mundos. Seres extraordinarios que habían dejado atrás un mundo de ataduras convencionales para asumir el riesgo de la fascinante exploración. Lo mismo en el lejano Oeste americano, los congelados polos, África salvaje, como tantos apartados puntos del globo terráqueo.

Así las cosas, recuerdo haber aspirado a ser la versión femenina de Marco Polo, mientras me esforzaba en mis primeros años en la escuela; aunque no tardé mucho en darme cuenta, entre otras cosas, de que en realidad no había ya continentes que descubrir, ni barcos que me emplearan como grumete para iniciar mi escape hacia esa maravillosa libertad. Empezaba así un largo camino hacia la realidad, con todos los relieves de las limitaciones y posibilidades humanas, pero el único que por suerte lleva a la auténtica libertad.

El caso es que me llego el momento en que emprendí, ahora sí, la más importante aventura de mi vida, y no fue por supuesto, dándome de alta en la fuerza aeronaval para lanzarme en paracaídas donde y cuando lo señalaran las órdenes del alto mando militar, poniendo toda mi adrenalina al servicio de la patria…No, lo que hice fue casarme.

Así que me puse a hacer un inventario de mis posibilidades humanas para ponerme a punto y salir avante en la empresa; es decir, lograr ser una buena esposa.

El plan: seguir el curso de mi naturaleza del Ser persona, como mujer.

Este curso natural, tiene las instrucciones precisas de un proyecto que se nos ofrece a mí y a mi esposo contando con las diferencias de las estructuras psíquicas y corpóreas de nuestra sexualidad, para complementarnos y construir nuestra propia historia en las circunstancias que nos toque vivir. Un proyecto cuyo dinamismo depende de nuestra voluntad por adquirir las virtudes necesarias para hacer crecer la relación.

Dicho de otra manera, lo que se nos da en nuestra naturaleza es para que seamos señores de nuestra libertad construyendo nuestra historia de amor.

¡Nuestra naturaleza al servicio del amor por nuestra libertad!

Una manifestación de la libertad que no descubre o conquista dimensiones de espacio exterior, sino que ilumina y hace posible la conquista nuestra interioridad. Una libertad que puede darse y comprometerse; capaz de darle un mayor sentido a mi vida, más que ser la primera mujer en pisar otro planeta. Una respuesta a un llamado, una vocación al amor.

Una libertad más comprometida que la de cualquier arriesgado explorador, que en cualquier momento podía desistir de su aventura sin fragmentarse interiormente como persona. Nada que ver con el matrimonio, donde la implicación personal cuenta con la voluntad de comprometer la libertad asumiendo el futuro posible en su plenitud y totalidad, para entregarlo a otro por amor con deber de justicia, sin desistir jamás. En eso consiste el deber ser del matrimonio y no hay excusa.

Pero… el deber-ser, supone dos cosas: que algo está llamado a ser y que ese algo puede no llegar a ser, aun cuando la naturaleza proporciona la capacidad para llegar a la correcta formación de la voluntad de compromiso. Cuando se puede, pero no se quiere en la vocación al matrimonio, estamos en el plano de la libertad sin norma del hombre, una vida contra natura.

Con todo, el matrimonio es una maravillosa aventura, ya no hecha por sueños, sino de magnificas realidades como lo son los hijos, el amor conyugal y la ayuda mutua entre los esposos.

“En la historia interviene la naturaleza, las circunstancias y la libertad. Cosas dadas a la persona, cosas que la persona pone. Pero en todo caso, todo está trascendido de libertad. Es el hombre el que asume lo natural, como asume también las circunstancias, o el que se revela contra todo ello en una tan lacerante como inútil actitud de no aceptación”. Javier Hervada, Libertad, Naturaleza y compromiso en el matrimonio.

La intervención de la libertad es muy fuerte, tanto que tambien puede el hombre abstenerse del matrimonio mediante el celibato por amor al reino de los cielos.

 

Por Orfa Astorga de Lira.

Orientadora Familiar.

Máster en matrimonio y familia.

 

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