La autora, Maria Morera Johnson, vuelve a su tierra natal 50 años después, con ocasión de la visita del Papa Francisco
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En unos momentos estaré embarcando en un vuelo chárter que me devolverá, por primera vez, a la tierra donde nací.
Han pasado casi 50 años desde que dejé Cuba. Tengo en una mano mi pasaporte, símbolo de mi ciudadanía, escogido y guardado desde que juré fidelidad a los Estados Unidos hace algo más de treinta años en el lugúbre despacho de un juez. En la otra mano tengo un visado. Dice que mi nacionalidad es cubana (yo renuncié a esa ciudadanía cuando me hice americana).
Pero Cuba no ha renunciado a mí.
Es una madre buena, incluso siendo rehén de un régimen sin interés alguno en su bienestar o en el de sus hijos.
Estos pensamientos agridulces emergen cuando reflexiono demasiado en el panorama político y todo lo que significa. Esto esta ahí, y es muy cierto, pero no quiero que se convierta en el centro de mi viaje. Estoy segura de que me sentiré diferente cuando choque con la realidad actual de una tierra que una vez fue un rico y palpitante país del primer mundo y ahora está diezmada y empobrecida en formas que no conozco ni entiendo.
Quisiera entender. A pesar de las palabras de anuncio o de renuncia, yo sé la verdad de mi nacimiento y lo que la identidad implica. Todavía no he embarcado en el avión, y ya me pregunto cómo voy a gestionar los sentimientos que me embargan.
Voy a estar con mi familia, reencontrarme con algunos y conocer a otros por primera vez. Si Dios quiere, veré al Papa, y podré celebrar su visita con mi gente: Pedro caminando entre los pobres y los marginados, haciendo que el amor de Cristo se sienta en directo.
Todo esto hace que me sienta nerviosa. No estoy segura de poder hablar con claridad y comunicarme adecuadamente con las personas con las que he deseado encontrarme desde hace tiempo, gente con la que he soñado conversar, personas a las que he querido pero que me hubiera gustado hacer más plenamente. El tiempo, la política y la distancia nos han hecho extranjeros, pero con el paso de los años un fuego de amor familiar ha sido avivado en ambos lados del Estrecho de Florida. Las brasas están allí y todavía arden. Las viejas generaciones han insistido en esto como un acto de fe.
Y de esperanza.
Y de caridad.
Cojo la Medalla de Nuestra Señora de la Caridad que llevo cerca de mi corazón, tomo aliento profundamente y comienzo esta peregrinación que espero compartir contigo desde la perspectiva de quien vuelve del exilio lleno de enorme gratitud y no poco asombro. Permanece conectado.
Maria Morera Johnson (@bego) enseña en el Piedmont Technical College. Su libro, My Badass Book Of Saints: Courageous Women Who Showed Me How Live, se publicará en Noviembre. Aquí tienes su blog y la puedes seguir en Facebook.