Emotiva homilía del Papa Francisco en el Madison Square Garden
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Como un nuevo Jonás a los ninivitas, así se presentó el Papa Francisco a los neoyorquinos, instándoles a buscar a ese Dios que, según él, “vive en el smog de esta gran ciudad”, modelo de las grandes metropolis de la Tierra.
Parafraseando el anuncio mediático del profeta Isaías, Francisco afirmó: “El pueblo que caminaba, el pueblo en medio de sus actividades, de sus rutinas; el pueblo que caminaba cargando sobre sí sus aciertos y equivocaciones, sus miedos y oportunidades ha visto una gran luz. El pueblo que caminaba con sus alegrías y esperanzas, con sus desilusiones y amarguras ha visto una gran luz”, una luz que “quiere iluminar” todos los rincones de Nueva York.
“Con el profeta hoy podemos decir: el pueblo que camina, respira, vive entre el “smog”, ha visto una gran luz, ha experimentado un aire de vida”.
Y ¿dónde está ese Cristo que quiere iluminar la gran ciudad?, preguntó el pontífice: “las grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría”: “los extranjeros, los hijos de estos (y no solo) que no logran la escolarización, los privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos”.
“Dios vive en nuestras ciudades, la Iglesia vive en nuestras ciudades y quiere ser fermento en la masa, quiere mezclarse con todos, acompañando a todos, anunciando las maravillas de Aquel que es Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”.
Ese Jesús “sigue caminando en nuestras calles, mezclándose vitalmente con su pueblo, implicándose e implicando a las personas en una única historia de salvación, nos llena de esperanza, una esperanza que nos libera de esa fuerza que nos empuja a aislarnos, a desentendernos de la vida de los demás, de la vida de nuestra ciudad”.