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Los medios de comunicación, a los pies del Papa Francisco

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Esteban Pittaro - publicado el 27/09/15
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No es que los otros Papas no hayan logrado lo mismo en ocasiones. Pero la agenda positiva que instala Francisco es abrumadora.

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Un itinerario estratégico, que culmina en acaso el gran foco de su pontificado. Eso es, mediáticamente hablando, la gira del Papa Francisco que hoy culmina.

Se la entiende leyendo a McLuhan (http://ncronline.org/blogs/ncr-today/mostly-popes-are-seen-not-heard), pero también el Evangelio. Comunicación y Fe, ambas con sus fuentes, son igualmente importantes para analizar el impacto mediático del viaje más largo, hasta ahora, de su pontificado.

El comienzo en Cuba fue, siguiendo a Manuel Castells, un viaje a un nodo informativo. “Allí puede estar la opinión pública, allí habrá foco, allí vamos”, se podría decir desde las Teoría de la Opinión Pública. “Allí hay hambre, démosle de comer”, desde el Evangelio. Dios no se hizo hombre para echar a patadas al imperio romano, sino como alguien que va a la periferia (Holguín, Santiago), aunque también en la capital, y llamar a servir, antes que a seguir ideas.

Diplomáticamente se trató de una escala delicada, que mediáticamente tuvo muchas imágenes y frases fuertes. Pero poco tiempo para el análisis. La agenda internacional, más pendiente de Estados Unidos que del subdesarrollo, esperaba algo más. La cultura del encuentro no siempre es portada.

Hubo esos primeros días de coberturas, seguidos increíblemente en vivo por una internet que misteriosamente funcionó como no funciona nunca para los cubanos, críticas. ¿Por qué el Papa no recibió a los disidentes de manera formal?

En algunos casos, esas críticas vinieron desde el dolor por una expectativa no cumplida. Pero otras, provinieron de líderes de opinión que entienden sin expresar lo que entienden: que el Papa no pudo recibir disidentes, no porque su corazón no comprenda su dolor, sino porque estratégicamente se vio necesario conservar, por el bien de los cubanos, buenos términos con el castrismo. Con el tiempo se verá si la decisión del Papa fue acertada, aunque seguro fue rezada. A estos últimos críticos, más interesados por la crítica en sí como mecanismo discursivo para la generación de noticias, el Papa les respondió en el vuelo a Estados Unidos. Pero sin caer en la “declaracionitis” que denuncia Gabriel Galdón, sino dando lugar, inmediatamente, a más hechos noticiosos.

Y llegó Estados Unidos, y el Papa, con su caballo de troya que es el Medioambiente (para la Opinión Pública) y también la Creación (para los cristianos) unifica discurso con los grandes líderes democráticos y civiles. En el Capitolio brinda un discurso que parece salidos de los esquemas griegos, como si Cicerón le dictase la estructura textual a seguir. El inicio citando las bellísimas palabras finales del himno norteamericano “land of the free and home of the brave”, fue el puntapié de un discurso “cor ad cor loquitur”, de corazón a corazón.

Los temas que aborda llegan a las primeras planas, principalmente la inmigración. Es tan contundente que la visita interreligiosa al Ground Zero parece pasar a un segundo plano. Se confirma así que él es la gran figura religiosa para la opinión pública: no se necesita del acuerdo de otros para confirmarlo y legitimarlo. Él habla por la Fe que gradualmente ha perdido lugar en un proceso de secularización que, en algunos aspectos, parece no sólo detenerse sino retroceder.

Con las portadas ganadas, el foco puesto en él (incluso sin pasar por la ONU), el Papa llevó a la opinión pública, ya en su bolsillo, hacia su gran tema, el tema que a él le importa, hacia aquel sobre el cual ve que se edifica la sociedad: la familia.

Por eso Francisco, agotado por haber sido el foco de la agenda mediática en su itinerario pastoral, cosa que nunca dejo de ser, siguió con el mismo ímpetu que al principio de la gira, allá atrás en el tiempo, hace una semana. Y culminó casi tropezándose, demostrando que no es él ya el que se mueve, porque piernas no le quedan. Es el Espíritu Santo que se sirve de él para anunciar a Cristo, con la plenitud de todos sus dones, incluso todos los de la inteligencia que lo llevaron a ser el foco mediático del mundo durante una semana.

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