En la homilía de este viernes en Santa Marta, el Papa invita a preguntarse: “¿Qué ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Vino a visitarme este demonio educado con sus amigos?”
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Interpretar mal a quien hace el bien, calumniar por envidia, tender trampas para hacer caer, no viene de Dios sino del diablo. El Papa comentó el Evangelio del día este viernes 9 de octubre en la misa matutina en la Casa Santa Marta del Vaticano y exhortó al discernimiento y a la vigilancia.
Rigidez doctrinal
En el Evangelio de este viernes, Jesús expulsa un demonio, hace el bien, está entre la gente que lo escucha y reconoce su autoridad, pero hay quien lo acusa, subrayó el Papa.
“Había otro grupo de personas que no lo quería y buscaba siempre interpretar las palabras de Jesús y sus acciones, de manera distinta, contra Jesús -dijo en la homilía-. Algunos por envidia, otros por rigidez doctrinal, otros porque tenían miedo de que llegaran los romanos e hicieran estragos; por muchos motivos buscaban alejar la autoridad de Jesús del pueblo incluso con calumnias, como en este caso. ‘Él expulsa a los demonios por medio de Belcebú. Él es un endemoniado. Él hace magia, es un brujo’. Y continuamente lo ponían a prueba, le tendían trampas, para ver si caía”.
Discernimiento y vigilancia
El Papa Francisco invitó al discernimiento y a la vigilancia. “Saber discernir las situaciones”: lo que viene de Dios y lo que viene del maligno que “siempre busca engañar”, “hacernos escoger un camino equivocado”. “El cristiano no puede estar tranquilo por que todo está bien, debe discernir las cosas y mirar bien de dónde vienen, cuál es su raíz”.
El diablo anestesia la conciencia
Y luego la vigilancia, prosiguió, porque en un camino de fe “las tentaciones vuelven siempre, el mal espíritu no se cansa nunca”. Si “ha sido expulsado” tiene “paciencia”, espera para volver” y si se le deja entrar se cae en una situación peor.
De hecho, señaló el Papa, antes se sabía que era “el demonio que atormentaba”. Luego, “el maligno se esconde, va con sus amigos muy educados, toca a la puerta, pide permiso, entra y convive con ese hombre, en su vida cotidiana y, a cuenta gotas le da instrucciones”. Con “esta modalidad educada” el diablo convence para “hacer cosas con relativismo”, tranquilizando la conciencia”.
“Tranquilizar la conciencia. Anestesiar la conciencia. Y esto es un mal grande -advirtió Francisco-. Cuando el mal espíritu logra anestesiar la conciencia se puede hablar de una verdadera victoria suya, se vuelve el dueño de esa conciencia: ‘Pero, esto sucede en todas partes. Sí, pero todos, todos tenemos problemas, todos somos pecadores, todos…’. Y en el ‘todos’ está el ‘ninguno’. ‘Todos, pero yo no’. Y así se vive esta mundanidad que es hija del mal espíritu”.
Hacer siempre examen de conciencia
El Papa subraya dos palabras, vigilancia y discernimiento:
“Vigilancia. La Iglesia nos aconseja siempre el ejercicio del examen de conciencia: ¿qué ha sucedido hoy en mi corazón? ¿Vino a visitarme este demonio educado con sus amigos? Discernimiento. ¿De dónde vienen los comentarios, las palabras, las enseñanzas, quién dice esto? Discernir y vigilar, para no dejar entrar al que engaña, al que seduce, al que atrae. Pidamos al Señor esta gracia, la gracia del discernimiento y la gracia de la vigilancia”.