Al finalizar una audiencia del miércoles, el Pontífice imparte una bendición especial a un joven de Bérgamo con grave forma de hidrocefalia, su madre lo recuerda agradecida
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El Papa Francisco no deja de sorprender y cuando se topa por la calle con un discapacitado no deja de ofrecer una caricia, un abrazo, una palabra amiga. Así hizo con Juri, quien va en silla de ruedas, y tenía un deseo especial: ver de cerca a “su” Papa.
“Le conté la historia de mi hijo, con hidrocefalia tras padecer meningitis de niño. Le agradecí por lo que hacía por nosotros. Puso sus manos en mi cabeza, besó a Juri en la cabeza y le impuso sus manos en su espalda”, cuenta Raffaella Cavagna, mamá del joven.
De Bérgamo a la plaza de San Pedro
Un encuentro que le quedó en el corazón, y que tuvo lugar en la plaza San Pedro durante el mes de septiembre. Habían llegado de San Pellegrino, en la provincia de Bérgamo, para asistir a la audiencia con el Pontífice. Habían encontrado lugar junto a otros discapacitados, los muchos discapacitados que cada miércoles esperan recibir un pequeño gesto del Papa Francisco.
Y así, el pontífice al finalizar la oración bajó con la multitud para el habitual abrazo con los fieles y paró algunos minutos para estar con las personas con mayores dificultades, quienes se encontraban quietas mirándolo desde sus sillas de ruedas.
El encuentro con Juri
“Fue un momento de gran emoción –cuenta Raffaella–; no me parecía real tener delante al Papa Francisco y todavía hoy miro esas fotos sin poderlo creer. Con su sencillez y humildad el Papa Francisco no me hizo sentir incómoda”.
La mujer contó brevemente el grave problema de salud de su hijo, pidiéndole que rezara por él. Y el Papa tomó la mano extendida de la señora. “Me dijo algunas cosas que guardaré siempre en mi corazón. Luego le di una coronita que había hecho con perlitas”. Un regalo que el pontífice apreció y guardó.