Un museo recuerda a las víctimas del Gulag en pleno centro de Moscú
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Un cuarto de siglo después de la caída de la URSS, el pasado 30 de octubre, se inauguró en Moscú un museo estatal a la memoria de las víctimas de los campos de concentración del totalitarismo soviético.
“Siniestras paredes de ladrillos, ventanas tapiadas y puertas blindadas oxidadas…”, el ambiente está muy bien logrado, informa AFP: “El visitante, al atravesar las puertas blindadas oxidadas recuperadas de varios campos del “Archipiélago Gulag”, de Solovki (Norte) a Kolyma (extremo oriental), puede oír aún los portazos y las cerraduras y los ladridos de los perros guardianes” (Romandie).
“Archipiélago Gulag”
Ya existía desde hace tiempo un museo del Gulag en Moscú, pero era casi confidencial: no ocupaba más que algunas habitaciones, mientras que el nuevo museo ocupa un edificio de cuatro pisos en el centro de la capital. En él se encuentran 2.500 fotografías, el mapa del “Archipiélago Gulag”, esa inmensa red de campos magistralmente descrita por Solzhenitsyn, donde fueron confinados alrededor de 20 millones de detenidos, así como testimonios en pantallas interactivas que recorren la historia de los ex detenidos y sus familiares, los guardias, artículos personales y diversos documentos históricos (Russie info).
Pero la exposición abarca sólo el período comprendido entre los años 30 hasta 1958. Por lo tanto, ignora la época del terror rojo, que no comenzó con Stalin, sino por la toma del poder por Lenin y los bolcheviques en 1918, y los campos políticos que existían hasta el final de la URSS o hospitales mentales donde se envían los disidentes.
Con esta misma ambigüedad, Stalin está lejos de convertirse en el objeto de execración como lo es Hitler para la gran mayoría de los alemanes. Sigue enterrado en la Plaza Roja, ante el Kremlin, y un ruso de cada dos justifica los “sacrificios” que impuso a su pueblo por los “grandes objetivos” logrados por la URSS.
No habrá Tribunal Internacional para la URSS
Los ciudadanos del ex-imperio soviético nunca tendrán la oportunidad de ver al régimen juzgado y condenado por un tribunal internacional, como lo fue el III Reich en Nuremberg. Un cuarto de siglo después de la caída de la URSS, la ambigüedad permanece, dice Ian Ratchinski, vicepresidente de la ONG Memoria para la defensa de los Derechos Humanos: “Por un lado, Vladimir Putin denuncia regularmente el terror estalinista; por otro lado, el Ministerio de Cultura autoriza la apertura de monumentos a Stalin” (Le Figaro).
Las denuncias de Putin no tienen mucho efecto: “Desde la llegada al poder de Vladimir Putin hace 15 años, las autoridades nunca han celebrado ceremonias oficiales por las víctimas de la represión. El viernes, día de la conmemoración, ha sido de nuevo totalmente ignorado por el Estado “(Romandie).
Si no puedes ir a Moscú, puedes visitar la página web Gulag History Museum, así como la que creó la Unión Europea en 2011 en memoria del millón de habitantes de los territorios europeos anexionados por la URSS que fueron deportados al gulag.