150.000 laicos, 3.000 monjas y 6.000 hermanos siguen los pasos de Domingo de Guzmán
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Hace ocho siglos, Domingo de Guzmán lanzaba uno de los movimientos espirituales más influyentes en la historia del cristianismo. Siguiendo los pasos de Jesús, la Orden de los Predicadores quería revivir la experiencia de los primeros discípulos, que iban por los caminos de Galilea a predicar el amor de Dios en pobreza…
El 7 de noviembre, en la sede histórica de S. Sabina a Roma, la Orden de los dominicos ha comenzado el año jubilar en recuerdo de las bulas promulgadas por el papa Honorio III en 1216 y 1217 a través de las cuales se confirmó la fundación de los frailes predicadores.
Santo Domingo, explica fr. Bruno Cadorè, Maestro de la Orden y 86° sucesor del santo fundador, en una entrevista a Aleteia, quiso para sus hermanos oración, estudio – “no porque todos fueran sabios, sino para que la búsqueda continua de la verdad que se encuentra en las Escrituras plasmase su humanidad” –, vida fraterna y pobreza.
Los hermanos de Domingo fueron por el mundo. Hoy la familia dominica cuenta con 3.000 monjas en 209 monasterios y 6.000 hermanos en 602 conventos, 150.000 laicos, junto a más de 40.000 hermanas apostólicas, en 119 congregaciones.
Los dominicos representan una parte importante de la historia de la Iglesia: más de 130 santos entre hombres y mujeres, de los cuales muchos doctores de la Iglesia, 4 papas, 75 cardenales, 150 arzobispos y cientos de obispos.
La iglesia de Santa Sabina sull’Aventino fue donada a S. Domingo en 1219 y es un cofre de tesoros.
No han faltado páginas oscuras en esta historia, como el periodo de la Inquisición, en el que un malentendido “orgullo de poseer la verdad” hizo perder el sentido de una fe que puede ser “solo propuesta y nunca impuesta”, sobre todo con la tortura y la violencia.
Para entender lo que significa también hoy la “defensa de la doctrina” y su relación con la pastoral, Cadoré invita a mirar a uno de los hijos más ilustres de la Orden dominica: santo Tomás de Aquino. “Un gran teólogo – subraya el Maestro de los Frailes predicadores – pero también un gran predicador: no hay nada que no pensara y escribiera en la Summa teologica que no predicara también a la gente normal”. Defender la doctrina significa por tanto “defender la capacidad de la doctrina de ayudar a la Iglesia a hablar con los otros de Dios”.
Hoy como ayer, el carisma de los dominicos se concentra en la predicación, que debe afrontar el reto del “nuevo continente” de Internet, un mundo en el que “la facilidad de la comunicación corre el riesgo – paradójicamente – de aislar a las personas”. Pero predicar, advierte Cadorè, no es simplemente hablar, sino “encontrar, escuchar, intentar comprender y conversar”.
La celebración de un año jubilar lleva siempre consigo los balances y propósitos para el futuro. ¿El objetivo para los próximos 800 años? Un reto antiguo y siempre nuevo: “Llegar a los que aún no conocen a Jesús, abriendo las puertas de la Orden y de la Iglesia como nos invita a hacer el papa Francisco.