Vas a cambiar opinión escuchando el testimonio de una joven invitada por el Papa Francisco a testimoniar en el Vaticano sobre la trata de niñas
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María, adolescente soñadora, quería encontrar su primer y único grande amor en la vida. Un día llegó el anhelado ‘príncipe azul’ que le prometía su Reino. La historia al estilo Disney, se cumplía con la fuga del propio hogar, lleno de desamor, en el seno de una familia con dificultades, pero aparentemente normal, en México.
Después de la promesa de amor, el príncipe, que en realidad era un traficante de mujeres para destinar a la prostitución en el barrio histórico de La Merced (zona central de la Ciudad de México), cambió su amor incondicional por María por la coerción, entre la violencia emocional y física.
Una rosa de 17 años botada en el fango. Un andén como vitrina para vender la dulce mercancía al mejor postor. “Puta, si no me traes la cuota vamos a ir por tu hermana menor”, le decía el príncipe a María, que pensaba con terror en las consecuencias para sus cuatro hermanos e incluso para su madre alcoholizada.
Otra puñalada al corazón de su ‘amada mercancía’ eran los castigos prometidos: “¡O cumples con la ‘lana’ (el dinero), o pues te tocan los 23!”, le decía. Se trataba de otro castigo, que consistía en la violación en grupo a cargo de los hombres de seguridad al servicio del proxeneta, con ínfulas de seductor a la Don Juan, con redes en el D.F. y en Tijuana.
Una estrategia de enganche garantizado y maquiavélico para atrapar en las redes del tráfico humano a decenas de niñas y adolecentes: presas fáciles por su carencia de afecto. La historia se repetía en todos los casos; padres y madres ausentes, tanta falta de ternura y atenciones familiares. “¿Mi hija, prostituta? No, para eso me rompo la espalda, para darle lo mejor”, pensaban la mayoría.
Luchar contra la trata
Esta y otras historias reales, que se consideran lejanas de la vida de las familias de una cualquier ciudad hispana, pueden suceder y suceden, como testificó en el Vaticano y ante el Papa Francisco, Mariana Ruenes, 23 años, fundadora y presidente de la Organización Sintrata A.C., en México, invitada por la Academia Pontificia de las Ciencias en Roma.
La historia real de María tocó las fibras sensibles y la indignación de Mariana, y de 100 jóvenes de los cinco continentes presentes en el evento, dado que dicho caso tuvo eco en la Casina Pío IV del Vaticano en el Simposio bajo el lema profético: el perfecto amor hecha fuera el temor, la avidez y la esclavitud: Los jóvenes tienen que guiar el camino (7 al 8 de noviembre).
Ruenes es una chica que lidera una ONG juvenil en la que a través de la concientización, la prevención en comunidades vulnerables, el posicionamiento en la agenda pública y la participación en la reintegración social de las sobrevivientes, lucha para lograr un México libre de un mal que se ensaña especialmente contra niñas, adolecentes, mujeres “desde los 6 a los 30 años de edad”.
Ella se hace voluntaria de un albergue de víctimas de explotación sexual. Allí comenzó su conciencia del problema: “En 2011 fundé la ONG, antes yo no sabía mucho de la trata de personas, era muy ignorante, y eso me condenaba a la indiferencia”.
La pesadilla de María, que duró cuatro años, “me impactó, me empoderó, ella me contó esto cuando yo tenía 17 años, la misma edad de cuando iniciaron los abusos contra ella… Yo tuve solo la suerte de vivir una situación mucho más protegida”, contó a Aleteia Mariana, que trabaja para acabar con el machismo, a pesar de su juventud, y para enfrentar el tema más allá de las ‘buenas intenciones’.
Hoy, Mariana, graduada en Comunicación Social, estudia en París una maestría en derechos humanos y se prepara para continuar su trabajo en México y ayudar a otras jóvenes que no tuvieron su misma fortuna: nacer en una familia amorosa, atenta y en condiciones económicas sostenibles.
Las cadenas invisibles de las víctimas
La joven mexicana asegura que el primer problema de la trata es que la sociedad, y las familias en general, ignoran el problema. “Las víctimas y sus cadenas son invisibles… este problema tiene que ver con un tejido social descompuesto. No es suficiente cerrar un antro, porque luego se abre otro en otro lugar”.
La trata es un delito no que se diferencia de otros, pero que goza de impunidad debido a que se hace cotidiano ver a niñas y mujeres en situación de explotación en las calles. “El primer aliado de los tratantes (traficantes) es la ignorancia. Tenemos muy claro que necesitamos cambiar las actitudes de las personas, y lo podemos hacer con información”, agregó.
El traficante Don Juan
“El 85% de las niñas que hoy están acogidas en la Fundación Camino a Casa fueron enamoradas”, dijo la joven defensora de los derechos humanos explicando el trabajo de un hogar para víctimas de trata. Asimismo, un proxeneta y traficante le revelaron desde la cárcel que “no hay nada más fácil que engañar a una niña. Él identificaba la chica que tenía falta de amor, de cariño, de comprensión”.
“La superviviente de aquel traficante que visité en la cárcel está aquí con nosotros en el Vaticano. Es increíble su testimonio. Ese traficante de 30 años, que manipuló a siete víctimas a la vez (no es un cálculo exacto, pudieron ser más), le prometió a esa chica una familia que nunca tuvo. ‘Es el verbo que muerde’… Manipulan tus sueños y manipulan tu derecho más básico a la libertad”, confirmó Ruenes.
Información para vencer el mal
El camino es “sensibilizar”, cambiar tantas cosas que se dan por supuestas en la cultura, incluso machista, de muchos países. La transformación inicia por los jóvenes. La ONG Sintrata A.C., precisamente forma jóvenes universitarios para sensibilizar sobre la trata en las zonas más vulnerables en el D.F. y en otras ciudades mexicanas.
Algunas recomendaciones para defender a las niñas, adolescentes, jóvenes y sus familias, según la experiencia de la ONG, Sintrata.
- Los traficantes quieren sacar de su contexto a las víctimas para hacerlas más vulnerables. “Los tratantes van a hacer o decir cualquier cosa para ganarse la confianza de sus victimas. Van a construir la relación por días, meses, años, hasta el tiempo que sea necesario para llegar al momento de pedirles que dejen su casa, su lugar, su entorno, su espacio seguro”. El objetivo del traficantes es ganarse la confianza de la niña para que acceda a “hacer un viaje corto, unas vacaciones o les dicen: quieres ‘irte a vivir conmigo’, cásate conmigo’ y ellas les creen”.
- Los traficantes manipulan las víctimas para distanciarlas de las familias y sus seres queridos. “Alguien que te pide que mientas o que guardes secretos es alguien que nunca te conviene”. “Otro consejo es hacer casos a las propias sensaciones de que algo no está funcionando o que crea intranquilidad”. “Ellas tienen que entender que a pesar de no gozar de las mejores relaciones dentro de su casa, se ponen en peligro confiando en un desconocido. No deben confiar en cualquiera. Los tratantes quieren la confianza de sus víctimas para aprovecharse”.
- Los traficantes también usan las redes sociales. “Es importante que las chicas no socialicen con personas en las redes, y mucho menos de que hagan cita para un encuentro con un hombre conocido en Internet. Los tratantes usan identidades falsas para enganchar a sus víctimas”.
Otros estereotipos de un mal invisible y galopante
Existen otros esquemas donde la víctima es esclavizada a través de una coerción que va más allá del enamoramiento, y en cambio actúa a través de la sumisión psicológica a través de violaciones sistemáticas para acabar con cualquier defensa. El estereotipo cinematográfico de las víctimas drogadas para que acepten ser prostituidas forma parte de un porcentaje mucho más bajo de casos.
Es un mundo que pone boca a bajo cualquier estereotipo, por ejemplo, hay una trata de alto nivel en países como México, donde mujeres blancas y de rasgos occidentales son traídas directamente desde Europa. Es un comercio que rompe la idea de que sea un problema de países ricos consumidores de carne humana, y países pobres que ofrecen la mercancía.
El mal tiene un apetito voraz de inocentes, y una avidez de dinero que se manifiesta en pequeños traficantes, que no necesariamente forman parte del crimen organizado o transnacional. Un Don Juan con ínfulas de seductor podría crear su propio imperio del mal operando en una escuela o en un barrio de cualquier ciudad.
Para tener mayor información visitar la página web: www.sintrata.org o www.endslavery.va
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