El país está al borde del caos y se perfila una emergencia humanitaria. La Iglesia local invita a orar por la paz
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
“Durante la noche la policía llegó a las casas a arrestar a las personas y al día siguiente se supo que estaba muertas. Encontramos cadáveres en las calles. Ahora ya la inseguridad es total”. Lo cuenta a Aleteia una fuente de la Iglesia de la capital de Burundi, Bujumbura, que pide anonimato por motivos de seguridad. También se llevaron a unos religiosos salesianos, pero afortunadamente al día siguiente fueron liberados.
“El miedo se apodera de todos – prosigue la fuente -: miles de personas se han trasladado a otras partes del país, cientos de miles de personas cruzaron la frontera hacia Ruanda, Uganda, la República Democrática del Congo, Tanzania y también Europa”.
Los hechos de París han hecho desaparecer de los medios de comunicación la atención por el drama del Burundi. Desde el pasado abril en el país africano se han intensificado los choques causados primero por la candidatura y luego la reelección del presidente Pierre Nkurunziza para un tercer mandato, en violación a la Constitución y a los acuerdos de paz de Arusha que en 2000 habían marcado el final de la guerra civil y dado origen a un complicado sistema de reparto del poder.
Alrededor de 200 personas fueron asesinadas por las fuerzas de seguridad gubernamentales durante la represión de las protestas y se calcula que más de 200 mil burundeses hayan abandonado el país. Incluso esta mañana, según informa la Agencia Fides, se combatió en diversos barrios de la capital.
El 12 de noviembre el Consejo de seguridad de la ONU aprobó una resolución que da 15 días de margen al secretario general Ban Ki-moon y a su enviado en Burundi, Jamal Benomar, para expresar una opinión sobre la posibilidad del envío al país africano de una fuerza militar y policial bajo el apoyo de la ONU. Para una decisión en este sentido, es necesario, al expirar el plazo, una nueva resolución o una autorización – difícil de imaginar – por parte del gobierno del controvertido presidente Nkurunziza.
El 12 de noviembre se dirigió conjuntamente un llamamiento al diálogo y una invitación a las partes a encontrarse para detener la violencia y encontrar una solución política a la crisis, por parte del secretario general adjunto de la ONU, Jan Eliasson, el presidente de la Comisión de la Unión africana, Nkosazana Dlamini Zuma, y el alto representante para la Política exterior y de seguridad común de la Unión Europea, Federica Mogherini.
“La Comisión para el diálogo interburundés existente – explica a Aleteia la fuente de Bujumbura – no incluye a todos los grupos políticos y no es, por lo tanto, eficaz”. Es, en cambio, necesario “el diálogo entre todas las partes, incluso aquellos que han tomado las armas, por el bien del país”.
La Iglesia burundés, que se pronunció contra la reelección de Nkurunziza, había pedido, sin éxito, abrir el diálogo con la oposición en un comunicado publicado al final de la Asamblea Plenaria el pasado septiembre.
En la misma ocasión se pedió también “el respeto del estado de derecho y la garantía de los derechos de las personas” condenando “los actos criminales que se registran cotidianamente en particular en la capital Bujumbura, donde cada noche se verifican homicidios, y donde varias personas no duermen en sus propias casas por miedo a ser secuestradas o asesinadas.
En algunos barrios, denuncia el comunicado, los habitantes están en arresto domiciliario, y al no poder salir de casa para ir a trabajar o buscar alimentos, están en riesgo de morir de hambre”. “La pobreza amenaza a la población – escribieron los obispos – y ésta acrecienta el drama que estamos viviendo, desde el momento que algunos miembros de la comunidad internacional parecen haber suspendido su ayuda al Burundi” (Agencia Fides 24 de septiembre de 2015).
Siguen los combates en Bujumbura, cerca del Seminario de la capital de Burundi. Según testimonios recogidos por la sociedad civil, los miembros de la policía son acompañados por jóvenes milicianos armados con cuchillos, que depredan las casas de aquellos que son sospechosos de pertenecer a la oposición.Los últimos enfrentamientos estallaron en la noche del 17 de noviembre, cuando algunas estaciones de policía fueron atacadas en varios distritos del centro de Bujumbura.
El Papa Francisco, que al final de noviembre visitará Kenia, Uganda y la República Centroafricana, el 17 de mayo de 2015 pidió rezar por el “querido pueblo burundés” invitando a todos a “abandonar la violencia y a actuar responsablemente por el bien del país”. Del 14 al 22 de noviembre, la Iglesia católica burundés lanza una novena de oración por la paz en Burundi y en algunos otros países de África central: la oración y la voluntad de paz son las “armas” que pone sobre la mesa la reconciliación nacional. “La oración – concluye la fuente de Aleteia – nos da la fuerza de esperar contra toda esperanza”.