¡Qué maravilloso sería emocionarnos por el advenimiento y no por otras cosas!Me vienen imágenes de la Navidad en mi infancia. Qué días más bellos. Todo me sorprendía. Había en la Navidad algo que llenaba de forma especial mi alma infantil.
Mi papá era hebreo, mi mamá católica. Y celebrábamos la Navidad con sencillez y alegría.
Veíamos películas del Nacimiento de Jesús, al aire libre. Había dulces, villancicos…
Vivía sin preocupaciones, emocionado por la cercanía de la Navidad.
Extraño esa emoción: “Viene la Navidad. ¡Va a nacer Jesús!”.
Que maravilloso sería volver a sentirla… emocionarnos por el advenimiento y no por otras cosas.
Es el regalo que le pediré a Jesús este año: Pureza de alma, sencillez, disfrutar cada momento y vivir la Navidad como en aquellos días de la infancia en familia, en paz.